En el tango los milongueros se saludan, se dan besos y se abrazan, aunque
normalmente no hablen, y solo se vean de vez en cuando, o a veces ni eso.
Es algo así como cuando subes al monte y te cruzas con otros montañeros
y siempre saludas, o como cuando vas en tu moto y te cruzas con otro
motero y también saludas con ese gesto tan típico que solo ellos conocen.
Lo que ocurre de especial con los abrazos es que a parte de favorecer la comunicación y transmitir sentimientos, proporcionan muchos beneficios a la persona que los recibe ya que dan seguridad, confianza, consuelan, y también dar calor, debido al intercambio de energía que se produce. Quizás si todos nos abrazáramos más, se necesitaría menos calefacción en los espacios cerrados, y desde luego, eso reduciría el gasto energético y por tanto favorecería el medio ambiente. En las milongas nos pasamos todo el tiempo abrazando.
En las milongas también nos gusta la iluminación con luz tenue para crear un ambiente acogedor, íntimo para bailar, porque el tango es así: algo personal que se comparte, muy especial. Por ello muchas veces se ven pocas luces artificiales y sí muchas velitas, que dan el toque ambiental idóneo para entregarse a la música de forma intensa. Ese cuidado con el número de lámparas que se dejan encendidas de forma artificial, también disminuye el consumo eléctrico, y por tanto, también ayuda al medioambiente.
Tras esta deducción caprichosa y subjetiva, esta noche me iré a dormir más contenta, al fin y al cabo soy milonguera y por lo que parece, quizás contribuya más de lo que pensaba a la conservación del medioambiente.
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