miércoles, 17 de abril de 2013

Las frutillas

 Hay palabras que en un mismo idioma, pero en países diferentes, cambian su significado. Hay montones de ejemplos, algunos curiosos, otros incomprensibles, otros divertidos.
 
 Recuerdo un día que fui al supermercado, pero antes pasé por casa de un amigo argentino para darle un recado. Su madre, sabiendo que iba de compras, aprovechó para hacerme un encargo: frutillas. Me extrañó, así que pregunté qué clase de frutillas quería. Entonces la extrañada fue ella y me contestó que de las que hubiera en la tienda.

 Dos horas más tarde regresaba con un montón de frutillas esperando que eligiera las que más le gustaban y el resto me las quedaría yo. Las puse sobre la mesa y le dije que tenían muy buena pinta y que se quedase con las que quisiera. Ella me miró extrañada buscando y me dijo: "¿y las frutillas?". Yo pensé que me tomaba el pelo así que le seguí el juego y le dije que me las había comido por el camino. Su cara fue todo un poema y me miró con fastidio. Le dije que era broma, sonrió y se puso a buscar en la bolsa de la compra. Yo estaba alucinada y preguntándome si a esa mujer le fallaba la vista.

 Lo que había pasado por mi mente cuando ella me pidió que comprara frutillas y encima "las que hubiera en la tienda" fue que tenía via libre para comprar las frutas pequeñas que viera por la tienda, tipo arándanos, fresas, moras, las típicas frutillas que usas para pasteles. Lo que pasó por su mente fue algo muy distinto.

Así que mientras estaba desconcertada en la cocina, con cara de asombro viendo cómo la madre de mi amigo seguía buscando las frutillas cuando estaban todas delante de ella encima de la mesa, entró mi amigo.  Él enseguida ató cabos, se empezó a reír y le dijo a su madre: "no vas a encontrar frutillas..." y siguió riéndose a sus anchas un buen rato hasta que se apiadó de nuestras caras de pócker y continuó: "¡es gallega! ¡a las frutillas las llama fresas!". Ahí es donde me vino la inspiración, y creé la palabra amigocidio.

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