Era un festival internacional de tango en el el me animé a tomar varias clases de tango con dos parejas diferentes de maestros. Las parejas de baile con las que pude asistir también eran diferentes: a uno lo conocía y a los otros dos no, así que tenté a la suerte. Esta vez el resultado global fue muy positivo. Las dos parejas de maestros me gustaron, aunque en diferente grado, de diferente manera.
La primera de ellas, Carlitos y Noelia, eran nuevos para mi como profesores y había oído tanto hablar de ellos, que me moría de ganas por asistir a sus clases. Pero hubo algo que me sorprendió y también, me decepcionó: ella. A mi parecer, en las clases se comportó de una forma muy poco seria, poco profesional, llamando la atención con su comportamiento durante las cuatro clases que con ellos tomé. Todo lo contrario que él, que si mostró su profesionalidad en todo momento y cubrió de sobra mis expectativas. Aún así, debo confesar que fue algo triste ver cómo Carlitos la excusaba con bromas tipo "es que hoy no se ha tomado su medicación" o alguna frase del estilo que soltaba para excusar con humor el comportamiento de ella. Lo que más me quedó en el recuerdo, a parte de la certeza de que ella necesita centrarse, crecer y madurar bastante, fue una clase de rolling en abrazo cerrado. En solo una clase sentí una evolución en mi escucha, y conexión, gracias a los consejos de Carlitos y por supuesto, de mi pareja en esa clase. Quizás sea por mi por falta de experiencia en clases, pero creo que normalmente eso no sucede de forma tan obvia y en tan poco tiempo.
La segunda pareja, Godoy y Magdalena, me encandilaron, me enamoraron. Y la razón es porque me sorprendieron. En España no es habitual encontrarte con maestros de tango que en sus clases, a parte de enseñar técnica, musicalidad y otros conceptos, enseñen sobre cultura e historia del tango con la pasión y conocimiento con el que Godoy lo hace. Me sentí en mi elemento y la adrenalina corrió por mis venas en todo momento, disfrutando cada minuto de las clases. Ella, además, se comportó de forma cercana y muy profesional. Entre todas las clases hubo una que me pareció más original que las demás: era sobre boleos, sobre su evolución en la historia del tango y sobre el uso de sus distintos tipos según lo que pide la música en cada momento. Quizás lo que más me quedó en el recuerdo fue que durante una de las clases, tuve la atención de Godoy de forma personalizada, y me mostró cómo abrazar para conseguir la mejor conexión posible con la pareja. Es sorprendente como al igual que una imagen vale a veces más que mil palabras, también lo hace sentir un abrazo.
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