martes, 21 de julio de 2015

Camerero, ¡una ducha, por favor!

Aquella era una milonga que tenía lugar dentro de un fin de semana lleno de clases impartidas por maestros que venía de Buenos Aires.Yo había ido con una amiga a bailar, así que buscamos una mesa redonda grande y nos sentamos en espera de las invitaciones que harían nuestra noche inolvidable.

Sin embargo, hay milongas en las que se baila y otras e las que no, pero confieso que después de inventarme un montón de teorías a lo largo del tiempo que expliquen este fenómeno, sigo como al principio, sin enterderlo. En la primera milonga del viernes, ambas bailamos, aunque poco. En la milonga del sábado, por la razón que sea, yo bailé más que ella, con lo cual, según fue avanzando la noche, llegó un punto en el que mi amiga supongo que empezó a aburrirse un poco y decidió aceptar invitaciones dudosas.

Un milonguero de la zona la invitó. Cuando terminó la tanda le pregunté qué tal le había ido. Ella me miró pero fue incapaz de decirme nada. Supe por su expresión que la tanda había no solo sido un desastre, sino seguramente una tortura. Cuando pasaron unos minutos y fue capaz de hablar, me lo confirmó. Tras un pequeño reproche a sí misma por haber aceptado la invitación, me contó que el milonguero en cuestión tenía un serio problema con su higiene personal y que olía terriblemente mal. Describió el olor no como algo desagradable, sino como algo que te hace sentir literalmente enferma. Esa tanda obviamente condicionó bastante su noche: cuando sufres una tanda espantosa, sufres un desequilibrio en tu nivel de energía.

Es cierto que hay personas cuyo olor corporal es por enfermedad, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos es por falta de higiene. En el tango, un baile en el que te abrazas íntimamente a otra persona, el sentido de la higiene y los olores cobran otra dimensión. Es un aspecto que realmente hay que cuidar por educación y respeto hacia los demás. Sino, lo que lógicamente ocurrirá es que nadie querrá bailar contigo. Así que un consejo: si lavas tu ropa una vez al mes y te duchas cada cuatro semanas, no estaría mal que fueras pensando que sería buena idea también que "cuando te toca" sea al menos el día de la milonga.

Me sorprende que algo que es tan básico y de sentido común para casi todos los mortales, todavía sea un tema del que me siento obligada a escribir. Pero lo tengo que hacer: ¡en casi cada milonga te encuentras uno o dos personajes (hombres y mujeres) a los que parece darles alergia asearse!

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