Hace poco estuve en una clase poco convencional que me gustó mucho. En ella, los maestros no enseñaron figura alguna y aunque hicieron enfoque principalmente en la técnica, también lo hicieron en otro aspecto del tango que pocas veces se menciona en las clases o se dedica una clase en exclusiva a ello: la actitud al bailar.
Enfocaron su charla en explicar cómo al bailar la actitud debe de ser activa y de escucha a la música y a la pareja. Así como en una conversación hay que escuchar y dejar tiempo y espacio a los demás para que se expresen, ya que de no ser así, la comunicación no sería en forma de conversación (bilateral) sino más bien un monólogo (unilateral), en el baile ocurre exactamente igual: la comunicación debe fluir en ambos sentidos y no como se ve mucho en la pista de baile, en la que es el hombre quien marca y la mujer la que le sigue bien porque el hombre no le deja expresarse o bien porque ella no hace esfuerzo alguno por expresarse, por ser activa.
Por un lado, si un hombre no escucha a la mujer y no le deja que se exprese, solo baila él. Además, el abrazo también refleja una actitud, sea equivocada o no. Si un hombre está relajado, permite el movimiento de la mujer; si un hombre está rígido puede anular el movimiento de ella. Es una actitud inconsciente, pero que en mi opinión revela muchísimo: él es el que manda. Entiendo que habrá algún caso en el que sea simplemente la tensión por mantener una postura que no sale de forma natural, en cuyo caso habrá que trabajar mucho y aprender a relajarse para que ella se sienta cómoda también. A las milongueras no nos gustan los chicos que nos estrujan, van torcidos y nos obligan a tomar posturas incómodas que a veces incluso hacen daño. El tango no es un pulso, no va de fuerza, sino de energía.
Por otro lado, si una mujer no es activa, es como si el hombre hablara solo, con lo cual él se aburre, pierde interés. El abrazo de ella es igualmente importante y también refleja una actitud: la rigidez que denota tensión por la falta de experiencia, por la desconfianza o por incomodidad. Amigos milongueros me han transmitido que ellos agradecen cuando ella facilita el movimiento y la comodidad del hombre no colgándose como un saco de patatas de él o moviéndose por sí misma sin esperar a que él la arrastre. Para conseguir esto último se necesita técnica (esta se adquiere tomando clases), seguridad y saber pisar, no ir de puntillas, inestable y como flotando. Hay que ser ligera, pero estar presente, sin que esto necesariamente signifique pesarle a él.
Yo saqué una conclusión muy clara de todo esto: en el baile debe de haber buena comunicación y ambos deben de ser activos para que, como en el sexo, la calidad de la experiencia mejore de forma considerable. Y también me quedó muy claro que el tango no es una dictadura, ya que no es él el que manda sino el que propone, el resto es un trabajo en equipo; pero el tango tampoco es un autobús en el que una milonguera se sube y espera a que la lleven. Ahora solo espero que yo, como estudiante de milonguera, tome nota y aplique la lección.
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