miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿Diamantes en los tacones?

 Los zapatos de tango son preciosos, suelen ser de calidad y cómodos. Ves unos que te gustan, te los pruebas y a veces tienes la sensación de que deben de tener algún diamante escondido en los tacones, sobre todo cuando ves el precio. Lo bueno casi siempre cuesta dinero, cierto; pero a veces, estos precios son sencillamente exagerados.

Hace menos de dos años viajé a un país del este. Visité una tienda de zapatos de tango y compré unos por 80 euros. Los dueños de la tienda eran los fabricantes. La razón de obtener un precio tan ventajoso fue que se trató de una compra colectiva entre un grupo de amigos milongueros, y que no eran intermediarios. Ese mismo año, alguien, de los que no pueden hacer factura y de los que venden en un puesto dentro del festival, ofrecía esa misma marca por 160 y 180 euros.

Al año siguiente viajé de nuevo a otro país y visité otra tienda de zapatos de tango de otra marca diferente. Los dueños de la tienda no eran los fabricantes, sino intermediarios, legales, verdaderos, de los que hacen factura. Obtuve un precio algo menos económico porque compré dos pares. Pagué 105 euros por cada uno. En cuanto a calidades, debo aclarar que eran similares a los del año anterior. Casualmente, también en ese año y en otro festival, vi otra persona, de los que venden zapatos en festivales, que ofrecía exactamente esa misma marca, pero por 160 euros. Sinceramente, no se si estos eran o no verdaderos intermediarios, aunque tengo mis dudas.

Sacar conclusiones aquí es fácil: los zapatos no tienen diamantes en los tacones, sino gente avariciosa y no muy legal que se quiere hacer de oro a costa de la ingenuidad de los demás.

Profundizando en el tema, aclaro que en el caso de los zapatos de tango, como milonguera consumidora, entiendo que el precio del fabricante debe de ser relativamente alto (que no es lo mismo que caro) porque usan materiales de calidad y es un trabajo artesanal, con lo cual, además es lógico que  añadan un margen significante para el beneficio de su empresa. También me parece bien que los verdaderos intermediarios añadan el coste de la distribución y un margen para obtener a su vez un beneficio. Hasta ahí, todo correcto.

Luego llegan los avariciosos de los que hablo, es decir, particulares disfrazados de asociaciones, escuelas, o lo que sea, que compran estos zapatos, que los transportan a otro país y los venden incrementando su precio a veces hasta en un 100% o más, sin ningún miramiento, aprovechándose así de los milongueros y milongueras que desconocen el verdadero precio de esos zapatos. Reconozco que cada uno es libre de poner el margen que quiera para obtener un beneficio en su empresa, pero para hacer eso hay que tener una empresa. Lo que sucede es que la mayoría de esta gente no son empresas, ni pagan impuestos, ni siquiera son legales, y mucho menos, intermediarios. Para comprobar lo dicho solo teneis que pedir factura y ver la cara que ponen. Yo me niego a comprar a esta gente porque primero, estafan al consumidor final, hacen competencia desleal a los verdaderos distribuidores y encima, cometen delito por no declarar impuestos, cosa que nos perjudica absolutamente a todos. Os dejo pensando...

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