martes, 20 de enero de 2015

Una razón de las razones por las que me gustan las tandas de tres

No hace mucho fui a una milonga que tenía lugar en la planta superior de un centro comercial. Llegué cuando ya había empezado y me encontré con un par de conocidas que pronto me presentaron al resto de sus amigos, así que bailé mi primera tanda tan pronto me puse las sandalias de tango. Allí nadie cabeceaba, todo eran invitaciones directas.

Aquella primera tanda la disfruté bastante: creo que tuve suerte de bailar con el más experimentado de la pista. La segunda tanda la bailé con un chico que invitó primero a la chica que yo conocía, y tras ella rechazarle, me invitó a mi. Lo que se vino conmigo a la pista fue la cara de ella como diciendo "estás loca" y también a un chico principiante no, lo siguiente: hacía tan solo un mes o dos que daba sus primeros pasos. Me sorprendió porque era capaz de pisar a ritmo casi todo el rato y sabía cinco o seis figuras en las que conseguía no sacar de eje a su pareja, aunque claro está, el pobre no tenía abrazo de ningún tipo. Lo pasamos bien y me gustó ver su cara de sorprendido cuando vio que todo lo que me intentaba marcar salía bien. A veces yo tenía que adivinar sus marcas y me movía casi sola pero todo valía con tal de que fluyera la pista y de ver que el chico estaba más feliz que unas castañuelas.

La tercera tanda y tras la cual di por finalizada la milonga para mi, la bailé con otro milonguero de mediana edad. Bailaba con mucha energía y pisaba a ritmo casi todo el tiempo pero estaba tan concentrado en hacer su baile, que se olvidaba de que bailaba conmigo y se iba solo. Intentar seguirle era una pesadilla. No puedo con este tipo de milongueros. Pero empecé la tanda y quise terminarla por educación.

En el segundo tango de la tanda hizo dos o tres figuras a su manera y al principio intenté seguirle, luego me cansé y decidí pisar a ritmo a pesar de lo que él hiciera y hacer lo que me diera la gana, tal y como él hacía. Como obviamente no bailaba con nadie, sino más bien sola, me dediqué a curiosear alrededor, observar a los demás bailarines y también a la gente que paseaba por el centro comercial. Mientras yo hacía eso, hubo un momento en el que él se aceleró mucho, hizo alguna figura solo y luego aparecí yo con un paso largo, como si nada. Él me miró algo molesto y lo intentó de nuevo. El resultado fue el mismo. Entonces, ni corto ni perezoso, me preguntó si no sabía la figura porque estaba seguro de que él la había hecho bien ya que no era ningún princiante. Luego me aclaró que hacía ya dos años que bailaba, como si eso lo convirtiera en una eminencia. Estaba tan aburrida de toparme con tipos como él que lo único que hice fue mirarle, levanté las cejas y no le dije nada: para qué molestarse. Afortunadamente las tandas eran de tres y pronto dejé de bailar con él. Luego me cambié y me fui a cenar: comer siempre me alegra el espíritu.

4 comentarios:

  1. Hola Milonguera. Un placer leerte como siempre. En esta ocasión me ha llamado la atención la parte que comentas de "saberse la figura". Al modo que me han enseñado a bailar, la chica más que saberse las figuras como bloques, debe entender los movimientos que le propone su compañero. Y estos movimientos son los que luego componen las "figuras", las cuales más que aprenderse como estructuras fijas, se construyen como si estuviesen formadas por piezas de Lego.
    No sé si me explico, pero a mi forma de ver, combinando unas pocas piezas (ochos adelante/atràs, sacadas bajas y altas, barridas, etc) puedes crear infinitas combinaciones que serían las figuras.

    Por ejemplo, el hombre va empezar un sandwich y cuando tiene pillado con sus pies el pie de la chica esta no sabe cómo va a continuar el movimiento. Puedes tirar atrás y hacerla venir hacia ti, como en el sandwich, o bien puedes cargar hacia tu izquierda y marcarle que te sobrepase y luego la cambias de sentido, o bien que siga hacia atrás y comenzar un nuevo sandwich... las posibilidades son muchas y para mí esta característica del tango forma parte de la magia del baile, pues da oportunidad de expresar tu creatividad, simplemente uniendo las pequeñas piezas.

    Abrazos milongueros.

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  2. Precisamente David... son las palabras que él usó. :-)

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  3. No pretendía yo identificarme con quien tan mal te llevó. xD

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