¿Qué sentido tiene ir a clases por años y años y jamás pisar una milonga, que es la razón por la que supuestamente se toman clases? Me lo pregunto cada vez que oigo que en determinadas ciudades la comunidad de tangueros es elevada y, sin embargo, a la mayoría de ellos no se les ve nunca por las milongas locales ni de otras ciudades o países. Lo curioso es que hay grupos de alumnos que tras dos, tres, o cuatro años todavía pisan menos la milonga que los elefantes.¿Qué falla?¿Porqué no van? ¿Timidez?¿Van solo a la clase como irían a una clase de aerobic, para manternerse en forma?
Pero de vez en cuando, alguien nos sorprende.
Una vez descubrí a una mujer que parecía que había ido tan solo a curiosear porque no bailaba y estaba algo escondido. Hasta que el que parecía su profesor, la vio, la saludó, y al darse cuenta de que ella ya se iba, decidió invitarla, casi arrastrándola a la pista. Lo de esta chica era timidez absoluta. Vi cómo sus mejillas pasaban por todos los tonos de rojo posibles antes de regalarle su abrazo al borde de la pista y bailar una tanda a trompicones, invadida por los nervios. Volví a verla bailar más veces durante la noche, y también en la siguiente milonga y en todas las demás desde aquella vez. Supongo que hay gente que es tímida y le cuesta dar el paso.
Entonces, ¿porqué tampoco van a las milongas que organizan sus profesores con el único fin de que sus alumnos pierdan la timidez, ganen seguridad y practiquen? Otro misterio. Pienso que quizás el tango no les guste lo suficiente o tengan vidas complicadas u otros intereses...pero, ¿todos?
Otra vez también descubrí a un hombre que según comentó, acaba de separarse y quería socializar un poco, cambiar de aires. Había dos mujeres milongueras que no le quitaban ojo desde que había entrado, ya que los milongueros nuevos son algo así como una rareza en las milongas locales. Así que ellas se acercaron a darle la bienvenida, a conocerle. Como el no parecía tímido, explicó que él bailaba ya desde hacía tiempo porque hacía dos años que iba a clases. Ellas, ilusionadas porque además no parecía principiante, se aventuraron a invitarle, primero una, después la otra. Lo que él no les contó en su presentación es que jamás había estado en una milonga, que no sabía circular por la pista y que su baile, a pesar de sus dos años de clases, era muy justito. Aún así, las milongueras locales, muy voluntariosas, lo invitaron durante toda la noche para animarle y que practicara. Después de aquel primer día, también se le vio con frecuencia por la milonga. Desde entonces también ha mejorado bastante su baile.
Es lógico que la gente mejore su baile y disfrute cada vez más el tango según va aprendiendo, pero para ello no son suficientes las clases de tango, por mucho que estás se tomen durante años, si luego no se va a milonguear. Es milongueando donde se aprende a improvisar, a adaptarse a otros abrazos, se conoce gente con la que luego se baila y socializa, se mejora el conocimiento musical, y se aprenden los códigos de la milonga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario