Algo que parece tan sencillo como caminar, en realidad es lo más difícil del tango. Me refiero a caminar bien, porque caminar lo hacemos todos. Algo sucede cuando nos ponen un tango de fondo y nos piden caminar por la pista escuchando la música. Yo me acuerdo la primera vez que un profesor me dijo que caminara alrededor de la pista. Lo primero que pasó por mi cabeza, era que me tomaba el pelo. Cuando decidí que no, pensé que estaba perdiendo el tiempo porque yo ya sabía caminar y lo hacía a tiempo. Seguía sin entender, pero yo hacía lo que me decían, y caminé muchas veces alrededor de la pista.
Empecé a ver la dificultad
cuando un día fui a clase enferma y tuve que sentarme y observar a los demás
caminar alrededor de la pista. Algunos parecía que estaban contorsionándose en
lugar de caminando, otros parecían soldaditos (algo así como Roberto Benigni en la escena de La Vida es Bella cuando pasa por delante de su hijo antes de que lo fusilen), otros sacaban la pierna
hacia delante y dejaban el cuerpo atrás (me imagino que ni a propósito podían
hacer semejante hazaña), y solo unos poquitos hacían algo parecido a caminar
con naturalidad, de los cuales, solo uno o dos lo hacía a ritmo. Obviamente, me
sentí identificada con alguno de los de la pista, y no era precisamente con los
últimos que he mencionado. Ahí empecé a ver a qué ser refería la chica. Y
aunque ya antes de empezar con mis clases de tango sabía lo importante que es
observar, fue como volver a descubrirlo.
Sin embargo, para saber lo
que era caminar bien, lo tuve que sentir. Y ese día llegó y recibí una
invitación de baile, no se si por piedad o porque tuve un día de mucha suerte.
El chico con el que bailé sabía perfectamente mis limitaciones, y como todo
buen bailarín, se amoldó perfectamente a su bailarina y tan solo caminó conmigo
por la pista. Me relajé y disfruté muchísimo. Esa caminada suya y lo que me
hacía sentir no tenía nada que ver con lo que yo conocía hasta ese momento, y
aunque a él le salía con facilidad, de fácil no tenía nada. En ese momento
comprendí lo que realmente quería decir con "vaya, ¡no pides poco!”,
porque en realidad, pedía mucho.
Muy cierto!!!
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