Era un encuentro de tango organizado por cinco asociaciones de aficionados al tango. Un encuentro que cada año cambia de anfitriones, rotándose entre todas las asociaciones participantes. Cada año se da un ambiente de lo más agradable y la ilusión y el esfuerzo de los organizadores se hace notar.
Hubo detalles dignos de mencionar por su originalidad y buen atino, pero en especial uno que agradecimos todos los asistentes: la cestita del baño. ¿Qué era eso? Un detallazo de los organizadores, sin duda. Contenía todo aquello que se puede necesitar para el aseo durante el transcurso de una milonga, desde desodorante en spray, a colonia, o hilo dental...¡y hasta chicles!
Lo curioso fue que después de agradecer a los anfitriones la originalidad de la cesta y felicitarles por la idea, nos confesaron que ya en la primera de las tres milongas habían desaparecido artículos: por ejemplo, alguien afanó un bote de colonia de litro para bebés del baño de las mujeres. Yo me enteré tarde de esto, pero sino, hubiera sido divertido y todo un reto reunir a un grupo de voluntarios que invitaran una por una a todas las chicas a bailar hasta dar con aquella que oliera más a bebé que las demás o lo hiera durante más días seguidos, y luego darle un toque de atención a la milonguera en cuestión.
Es increíble que sucedan estas cosas. A mi memoria viene también otra anécdota. Era un encuentro de aficionados, también por esa zona, en la que alguien debió de llevarse del hotel donde se hospedaba una chaqueta de hombre que no era suya, bien por error o porque le gustó algo que no era suyo. Ese mismo día la organización interrumpió la milonga para hacer un pequeño aviso que decía algo así: "agradeceríamos que quien se haya llevado del hotel una chaqueta que no era suya, la devuelva...¡se trata de la chaqueta del director del hotel!"
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