Entre milongas se conoce a gente maravillosa, que abre su casa y su corazón a otras personas, simplemente por compartir la pasión por el tango, la magia de los abrazos, y la emoción que produce escuchar canciones que llegan al alma. Es realmente algo increíble. También en la milonga nacen amores y buenas amistades de las cuales algunas se consolidan hasta el punto de ser realmente especiales y de por vida duraderas.
La conocí en una pequeña milonga local. Aparte de saludos e intercambiar unas pocas palabras al principio, compartíamos una amistad en común y obviamente una profunda pasión por el tango. Con el tiempo las palabras se convirtieron en largas conversaciones en las que hubo momentos intensos, risas, incluso lágrimas y confidencias, y así, poco a poco surgió la amistad que hoy nos une. Esa milonguera de mirada intensa, sonrisa contagiosa y un corazón enorme, vive tan intensamente el tango que se emociona como nadie al hablar de tango, y cierra los ojos al bailar para entregarse en cuerpo y alma a un abrazo. Y es así, pura entrega, con las personas que por lo visto llegan a su corazón.
Ella, es además mi fan número uno, una de las primeras en leer mi blog, y seguramente una de las lo siguen y disfrutan y me lo hace saber riendo, otras veces haciendo pequeñas críticas o sugerencias, y otras simplemente bromeando, siempre con una complicidad muy nuestra. Y a ella quería dedicarle esta entrada porque si algo he aprendido es que no somos conscientes de lo rápido que pasa el tiempo, de cómo hacemos planes para "algún día", cómo no decimos lo que sentimos a la gente porque "no es importante" o porque "ya lo sabe". Quizás hoy porque he recordado una promesa de un viaje que nunca hice y nunca haré porque ella ya no está, no quiero dejar de decir unas palabras ahora que esta amiga sí que está... aunque ya lo sepa.
Mami de Toñi y Malena: gracias por dejarme formar parte de esos afortunados que forman parte de tu vida. ¡Te quiero un montón!
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