Iba en coche con un amigo y hablábamos de las cosas divertidas o raras que ocurren en la milonga. Ese día tocaban las raras. Y descubrí que no solo a las mujeres nos ocurren anécdotas curiosas en la milonga.Quizás en un futuro debería tener más conversaciones con mis amigos milongueros, para incitarles a que desnuden su alma... y hagan de inspiración a esta milonguera.
Mi amigo había ido a una milonga local en otra ciudad, en la cual escaseaban los hombres, y la mayoría de los pocos que había eran bastante principiantes. No había mucho nivel de baile, así que a mi amigo, que se defiende bastante bien, se lo rifaron todas las minas que allí había.
Hubo un momento en el que le invitó a bailar una mujer que no conocía, y él, que parece que nunca rechaza una invitación de una mujer, se acercó con ella a la pista. Pero no fueron solos. Una amiga de la mujer estaba con ellos, con cámara de vídeo en mano, esperando a que empezaran a bailar parar grabar el acontecimiento. No creo que pidieran permiso a mi amigo (él al menos no lo mencionó cuando me contó la historia).
Empezó el primer tango de la
tanda y la videocámara con pies, en lugar de quedarse en un punto y grabar, se
dedicó a seguirles por toda la pista. Mi amigo estaba incómodo pero intentó
concentrarse en el tango que sonaba. Al terminar el primer tango, y sabiendo lo
diplomático y caballero que es, le insinuó a la mujer que ella estaba más
pendiente de la cámara que del baile. Y continuó con el segundo tema, el cual transcurrió
de idéntica forma al primero. De nuevo, al terminar el segundo tango, él volvió
a llamarle la atención a la señora, pero con el mismo resultado. Aún así,
terminó la tanda y seguro que hasta le dio las gracias con una sonrisa.
No sabía si titular a esta entrada "videocámar con patas" o "el colmo de ser caballero" porque sinceramente, os confieso que la milonguera que escribe no tiene ni la décima paciencia que tiene su amigo, ¡y hubiera sentado al personaje en cuestión en el segundo compás!
No hay comentarios:
Publicar un comentario