jueves, 26 de septiembre de 2013

La espera

Si trabajas en una empresa habrás oído muchas veces decir que solo sobreviven aquellas empresas que saben adaptarse. Ocurre como en la vida misma, en la que aprender a hacerlo forma parte de la madurez y del camino para encontrar un equilibrio y ser feliz. En el tango, como en cualquier otro aspecto de la vida, también es algo así, y también es igual de difícil hacerlo. Se trata de conseguir una conexión total con tu pareja, con la música y con una misma. Todo un reto, pero conseguirlo te regala la magia de sentir algo increíble.

Lo que a mí me ayuda a conseguir esa conexión es la espera, el no ser impaciente a pesar de que mi naturaleza es otra. Reconozco que hasta el momento es lo que más esfuerzo me ha costado conseguir al bailar y hay un antes y después en mi vida de milonguera desde que aprendí a esperar.

Supongo que como a todos en clase, me lo repitieron muchas veces antes de que en mi cabeza pasara del inconsciente a la forma consciente. Pero llegó un día en el que por fin comprendí qué era eso de esperar: ir una milésima de segundo por detrás en el movimiento del chico. A mí me permite escuchar su intención, percibir y dirigir su energía adecuadamente y también poder tomar el tiempo que necesito para llegar a la posición final de mi eje y mantenerlo. Me supone un mayor disfrute, una mejor conexión con mi pareja de baile y con ello también un mejor control sobre mi cuerpo.

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