viernes, 2 de mayo de 2014

El peligro de las espectativas

En eventos especiales de tango, en los cuales hay bailarines profesionales que imparten clases, suele haber exhibiciones de los maestros en las milongas de la noche. La gente deja la pisa libre y ellos se ponen en el centro esperando los primeros compases. El resto, nos sentamos en las sillas de alrededor y a veces, incluso en el suelo, con lo cual es normal que termines con un pie dormido o con el trasero congelado cuando el suelo no es de madera.

Normalmente bailan dos o tres tangos (vals, tango o milonga) y en pocas ocasiones he visto cómo la pareja es aplaudida tanto que termina regalando uno o dos más. Pero he visto de todo: a milongueros emocionarse al ver una actuación, a milongueros mirando para otro sitio pasando casi vergüenza ajena por lo que estaban contemplando, pero lo más común es gente totalmente entregada y disfrutando del espectáculo.

A veces es solo eso: un espectáculo formado por una coreografía con boleos por doquier y toda clase de figuras, eso sí, cuanto más originales mejor. Supongo que es lo que la mayoría de los milongueros espera y lo que en realidad lo que les gusta a muchos: algo diferente, novedoso quizás. Cuando se ve un espectáculo de tango en la televisión y el cine, es aún más exagerado.

Quizás soy bicho raro hasta para eso, ya que para ver un alarde de flexibilidad y acrobacias prefiero ir al circo. Para mi un espectáculo de baile tiene que transmitir más allá, especialmente si se trata de tango, que al fin y al cabo, en esencia, es un abrazo. Por eso, lo que espero de una exhibición en una milonga es que la pareja de bailarines transmita sentimientos, complicidad de pareja, y una maestría especial y única en la interpretación musical. Por eso me resulta extraño, frío, ver coreografías en abrazo abierto: es algo agradable de ver y entretenido, pero la mayoría de las veces, sólo eso.

Cuando voy al cine o al teatro, no espero que un actor cite unas frases sin confundirse, técnicamente perfectas en cuanto a su pronunciación y dichas en el momento adecuado, sino que espero bastante más. Y creo que los espectadores también. Cuando veo una exhibición de tango, también espero más y quiero ver una interpretación, emociones a través de sus ojos. Hay parejas que lo muestran, pero lo exageran de forma que no parece natural. Me imagino que después de todo es la dificultad que tiene la interpretación: conseguir ese punto medio. Por eso suelo aplaudir igualmente los esfuerzos de los bailarines a pesar de todo. Pero es como cuando yo hago una paella que no está en su punto y mis invitados sonríen y dicen "¡qué rica!", por ser amables y compensar así mi esfuerzo.

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