Hay unos consejos que siempre te dan para bailar en aquellas milongas en las que se siguen los códigos milongueros y en las que el cabeceo es la forma más habitual de invitar. Lo que yo he aprendido, aunque eso no quiere decir que lo ponga en práctica siempre, es todo esto:
* No hay que cruzar las piernas y brazos. Lenguaje corporal de libro: indican actitud defensiva o negativa. Es difícil que alguien se sienta cómodo y tentado a invitar a una persona que esté en esa actitud. Pero tampoco soy partidaria de poner las piernas en paralelo y las palmas de la mano encima, como una niña buena atendiendo en clase, ya que el mensaje que envía es más bien de ansiedad por bailar y de bancarse cualquier cosa. Digo esto porque me dieron este consejo una vez.
* Hay que sonreír de vez en cuando ya que si tienes "cara de pocos amigos", ellos se sentirán cohibidos y no te invitarán, o pensarán simplemente que tienen más posibilidades de ser rechazados y no se arriesgarán a mirarte más de dos segundos. Con lo propensa que yo soy a estar en medio de todos los accidentes en los que el daño colateral es mi propia persona, esta cara suele ser mi cara en muchas ocasiones, durante al menos el primer tango, después de sentarme con el cuerpo dolorido. Aunque aclaro que la "cara de pocos amigos" suele ser más bien para mí misma, por volver a hacer la estupidez de aceptar una invitación cuando tu sentido común te grita que no lo hagas.
* Hay que tomar la iniciativa y mirar activamente a aquellos hombres con los que te apetece bailar para que ellos te miren y te cabeceen, sobre todo al inicio de una tanda. Incluso, puedes cabecear tú. Si miras para otros lados o a la pista, entenderán que no estás muy interesada en bailar. Aquí os diré también que yo tengo mi propia forma de cabecear: le miro, le sonrío y le sigo mirando, y al final, el pececillo suele picar.
* Elegir el momento en el empieza una tanda justo para colocarte el pelo, cambiarte a otros zapatos más cómodos o bien buscar algo en el bolso, hace bastante complicado, o más bien imposible el cabeceo: se necesita un cruce de miradas para ello. Aunque mirado desde otro punto de vista, es la forma ideal para darle entender a alguien que te mira que no tienes intención de mirarle porque no quieres bailar con él. Otra cosa bien distinta es que el tipo se dé por aludido. A veces, simplemente se acerca y te dice: "te estoy cabeceando, ¡pero no miras!". Sin comentarios.
* Hablar y hablar y seguir hablando, tampoco es la mejor idea. El milonguero pensará que prefieres charlar a bailar. Esto lo hago siempre que no me gusta una tanda, y funciona de maravilla. Ahora bien, seré más sincera aún: lo hago casi siempre. Estoy en el "proceso de" dejar de hacerlo, pero todavía no he conseguido callarme más de cinco minutos seguidos a no ser que sea mientras como, mientras duermo... y bajo el agua.
* Sobra mencionar que ir al baño o a la barra justo cuando acaba una tanda y va a empezar la otra, o justo cuando ha empezado una, no es la idea más inteligente, ya que al regresar puede que el pescado ya esté vendido, y solo queden sentados aquellos con los que no te apetece bailar. El problema en realidad suele ser cuando la música es muy buena y no quieres perderte un tema, sino escucharlos todos, y luego ir corriendo al baño en la cortina.
* Es importante elegir un buen sitio donde sentarse o donde quedarse de pie. Las esquinas, donde nadie te ve, no son muy adecuadas, a no ser que sean al lado de una zona de paso. Suelen recomendar ir pronto para optar por una buena mesa, pero también se puede ir tarde -como a veces hago yo, dejar tus cosas en cualquier lugar discreto y quedarte de pie en un lugar estratégico. Una vez lo que hice fue fichar la silla de un chico con el que quería bailar, y como yo no tenía silla, me senté en la suya. Cuando regresó, me disculpé, charlamos... y al final me invitó a bailar. Fui un bicho, lo reconozco.
* Para aceptar una invitación solo tienes que sonreír, hacer un gesto de asentimiento con la cabeza, pero NUNCA moverte de tu sitio: puede que hayan cabeceado justo a la que tienes al lado o detrás y metas la pata pensando que te han invitado a ti. Cuando él esté cerca, te hará un segundo cabeceo con el que no tendrás duda alguna de su intención. Obviamente, lo se porque una vez salí a la pista junto a otra mujer... ¡y el cabeceo no era para mi! ¡horror de los horrores!
* Cuando aceptes una invitación, no lo hagas demasiado ansiosa, porque pensará que eres una novata de libro y que estás así de contenta porque nunca bailas. Aún así, tengo un amigo al que le gustan las mujeres efusivas al aceptar la invitación, porque dice que para él eso significa que la chica está deseando bailar con él. Y tiene razón, lo mires por donde lo mires. Yo lo hago a veces, cuando escucho una tanda que me vuelve loca y aparece uno de tus milongueros favoritos sonriendo, invitándote a bailar: ahí no me puedo controlar, ¡me comporto de forma casi indecente!
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