miércoles, 18 de junio de 2014

No siempre son ellos

Como milonguera, suelo hablar de ellos, de lo que me gusta, de lo que no, sobre todo de lo que me llama la atención. A veces es aquello que me enfada y por ello a veces parece que no me gusta ni como se comportan ni como bailan la mayoría de los milongueros que me encuentro entre milongas. Pero no es así: es todo lo contrario. Así que para ser justa, también hablaré de otros comportamientos que no me gustan y cuyas protagonistas son milongueras, a veces, incluso yo misma. Este caso es de una milonguera que observé y conocí en un festival internacional.

Ella estaba sentada con unas amigas en una mesita en primera fila, junto a la pista de baile. Se la veía en su salsa, en terreno conocido, con bastantes aires de diva. Observaba a los bailarines, pero lo que me llamó la atención es la forma en que lo hacía, con la barbilla un poco levantada, un gesto un poco prepotente que no me gusta nada. Al parecer había un hombre intentando cabecearla pero ella, se hacía la loca porque no quería bailar con él. Finalmente, una de sus amigas, que no se enteraba de la fiesta, le hizo el típico gesto de "ese te está mirando", y ella miró. Entonces sucedió lo inevitable: un cabeceo no deseado. Él por lo visto tenía tantas ganas de bailar con ella que no esperó a ver si ella aceptaba o no el cabeceo y se dirigió hacia ella.

Fue curioso ver la cara molesta de la milonguera hacia su amiga y hacia el milonguero que se acercaba. Hasta aquí, es una escena que se ve a menudo en la milonga, en la cual ella se ve obligada a aceptar la invitación o a pasar por una situación incomoda al rechazar abiertamente a alguien. El enfado de la milonguera snob era tal, que él, una vez delante suyo, sonriendo y extendiendo la mano, recibió un desplante muy fuera de tono: ella puso cara de disgusto, y se llevó el dedo índice a la sien, girándolo, en un gesto parecido al que le haces a alguien que ha perdido la cabeza.

Yo me quedé perpleja y horrorizada. Ella, me pareció una perfecta desubicada. Había visto comportamientos y gestos de mal gusto, pero este es digno de mencionar. Al hombre, que no se creía lo que le estaba pasando, le cambió la cara de color, luego se dio media vuelta  -obviamente con cara de pocos amigos-, y desapareció. Fue todo un caballero, yo no estoy segura de haber hecho lo mismo. Ella se merecía un par de palabras altas y claras: creo que las formas son algo que sea cual sea la situación, hay que intentar no perderlas.

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