En
la milonga, esconderse sirve de poco. Fingir que no ves a alguien, sirve de lo mismo. Lo curioso es que algunos no captan
el mensaje, o mejor dicho, no quieren captarlo. Hay hombres que se
empeñan en conseguir su objetivo a cualquier precio, es decir, una milonguera con la que ellos quieren bailar, ignorando los códigos, y forzando situaciones. La excusa
es que el cabeceo no se estila en Europa. La verdad es que a algunos no
les conviene que se estile porque así tienen la opción de poner en
compromiso a más mujeres, que educadas para complacer, la mayoría no
sabe declinar una invitación o se siente mal al hacerlo, y finalmente aceptan por
evitar una situación incómoda.
Ahora
bien, también hay mujeres que hacen exactamente lo mismo. Se amparan
en esa afirmación de que el código de la milonga es machista y lo que hacen es imponer ellas de igual manera su "invitación", ya que de no hacerlo,
sus posibilidades de bailar, y más aún de hacerlo con aquellos bailarines con quienes ellas quieren, decrecen considerablemente.
Creo que esta es una razón de peso por la que a mucha gente no le gusta el cabeceo. A mi, sin embargo, me parece una buena solución ya que con este método de invitación ambos eligen por igual. Yo como mujer, si no quiero
bailar con un hombre, no le miro y punto; si quiero bailar con un
hombre, le miro y con suerte me mirará y me cabeazará. Él hará
exactamente lo mismo con las mujeres con las que quiere bailar. Si no lo hace, significa que prefiere bailar otro tipo de música conmigo, o que prefiere bailar con otra, o que no quiere bailar conmigo. Todo bien, sea la razón que sea. ¿Es tan
difícil seguir un código que evita situaciones incómodas y pone en
compromiso a otras personas?
Afortunadamente
para el tango, cada vez hay más mujeres y hombres que declinan
invitaciones con naturalidad. Ahora lo que falta es que nadie se ofenda
ni se enfade. Quien invita, arriesga, aunque también es sabido que quien
no arriesga, nada consigue. Es elección de cada persona de forma
individual el invitar o no hacerlo, pero sería interesante ser consecuente con
ello: si eres hombre y te gusta que te inviten también, tendrás que
aprender a decir "no" de vez en cuando; si eres hombre y no te gusta que
te inviten, acepta que tú invitarás pero ella, con el mismo derecho de
elegir que tú te otorgas, elegirá y aceptará o no tu invitación; si eres
mujer y no invitas porque les cedes a ellos ese privilegio, tendrás que
esperar a recibir invitaciones que puede que no lleguen pero como
premio, tendrás todo privilegio y derecho de rechazar invitaciones si
así lo deseas; si eres mujer e invitas, al igual que ellos, acepta que tú invitarás pero él, con el mismo derecho de elegir que tú te otorgas, elegirá y aceptará o no tu invitación.
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