martes, 30 de junio de 2015

Regalando energía

Mi forma de vestir ha cambiado mucho en los últimos años. No se realmente si eso ha sido la base para ganar confianza en la pista de baile y fuera de ella, o ha sido justo la revés y la confianza en la pista de baile y en mi vida particular son las que me ha hecho cambiar mi forma de vestir, o quizás un poco de ambas. O la seguridad en mi misma, que crece en nosotras las mujeres a medida que pasa el tiempo.

Definitivamete, sea lo que sea, ha sido reciente. Lo percibo yo misma, por cómo me siento, lo perciben mis amigos y conocidos, por los comentarios que me hacen; y lo perciben los hombres, por cómo me miran. Directa o indirectamente, creo que jamás en mi vida se me han insinuado tantos hombres como lo hacen últimamente, ni he recibido invitaciones a bailar de chicos tan guapos y tan buenos bailarines. No se si durará mucho o no, o qué está sucediendo, pero lo siento como una burbuja, como un sueño.

Hay una pareja de amigos, a los que le tengo mucho cariño, que alguna vez me han dejado caer alguna que otra observación sobre mi energía, lo relajada que se me ve ahora bailando, e incluso dicen me ven más guapa. Es un regalo que me lo digan, por lo bien que me hace sentir y por el cariño con que me lo dicen, y también es por ello que me siento tan agradecida, pero creo que todo esto es tan solo porque me ven feliz, porque soy feliz.

 Es como un sueño, sí, del que como todo sueño, una despierta... pero queda el recuerdo, así como cuando una ha disfrutado de una maravillosa milonga y luego regresa a casa en coche escuchando tangos y recordando los mejores momentos, con las endorfinas a mil, con una sonrisa increíble en la cara, como si todavía estuviera compartiendo abrazos. Viajar con la mente puede ser mejor que el sueño en sí mismo, porque soy yo quien lo controla: lo que suena, el lugar donde estoy, a quien abrazo... y a quien regalo mi energía.

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