jueves, 28 de mayo de 2015

Revelando misterios

¿Porqué en Europa la gente acude a los encuentros milongueros y los maratones de tango cada vez más y el éxito de los festivales disminuye? Esta es una buena pregunta que se hacen muchos profesionales del tango que fundamentalmente viven de las clases locales que imparten semanalmente, de las clases privadas, de las milongas locales que organizan y de los festivales de tango en los que participan impartiendo clases y haciendo exhibiciones. Pero seguramente prefieren no asumir la respuesta.

Como ya mencioné en otra entrada del blog, los festivales de tango son el lugar donde los milongueros apasionados por la cultura del tango tienen la oportunidad de escuchar orquestas en vivo, ver proyecciones de películas y documentales de archivo, disfrutar de exhibiciones de maestros, y disfrutar del arte del tango en cualquiera de sus modalidades. Pero también mencioné que son los eventos de tango que más cuestan y aunque eso no implique que sean caros, no son tan aptos para todos los bolsillos, especialmente para los de la gente joven.

Los jóvenes toman clases para mejorar su técnica y su baile, aprenden rápido y una vez que ellos alcanzan el nivel de baile necesario, continúan su aprendizaje principalmente milongueando. Tienen motivaciones diferentes que los milongueros de más edad. Quizás entre ellas esté la de disfrutar del momento, compartir experiencias con gente de más o menos su edad, o simplemente bailar mucho y bien, y sobre todo sin gastar mucho dinero. Los maratones suelen ser económicos e incluyen comidas y lugares donde hospedarse: son algo así como un todo-incluido. Cuando no se lo pueden permitir, el baile en sí empieza a ser su prioridad, más que la cultura del tango, cosa que hasta cierto punto es perfectamente comprensible, puesto que, al fin y al cabo, el tango es para ellos un baile al que son aficionados y no es parte de su cultura local. Por algo suelen decir que la gente joven es un mercado complicado, deja poco dinero y es bastante impredecible.

Es la gente de mediana edad o avanzada la que se interesa más por el tango como cultura, se preocupa en mejorar su baile y va a clases de forma regular, también su poder adquisitivo es mayor. Sin embargo, por lo general y por motivos naturales, no aprende con la misma rapidez, o se estancan en su aprendizaje técnico, o quizás tan solo sus prioridades son otras como por ejemplo socializar, aprender figuras, y escuchar música entre otras. Es por ello que este grupo de milongueros son que más frecuentan los festivales.

Así que respondiendo a la pregunta del principio, ¿será quizás porque la mayoría de la gente que se inicia en el tango es joven? Eso explicaría porqué los maratones de tango son cada vez más. ¿Será quizás parte de la gente que antes iba a festivales quiere optar a parejas con más nivel de baile (técnicamente hablando) como el que aporta la gente más joven? Eso explicaría también su crecimiento. ¿O quizás será porque muchos milongueros se cansan de exhibiciones muy largas, orquestas que no todas son bailables y de calidad, de discursos eternos al micrófono por parte de algunos organizadores, o de los horarios y los precios de las milongas?

domingo, 17 de mayo de 2015

Clases: muchas; milongas: cero.

¿Qué sentido tiene ir a clases por años y años y jamás pisar una milonga, que es la razón por la que supuestamente se toman clases? Me lo pregunto cada vez que oigo que en determinadas ciudades la comunidad de tangueros es elevada y, sin embargo, a la mayoría de ellos no se les ve nunca por las milongas locales ni de otras ciudades o países. Lo curioso es que hay grupos de alumnos que tras dos, tres, o cuatro años todavía pisan menos la milonga que los elefantes.¿Qué falla?¿Porqué no van? ¿Timidez?¿Van solo a la clase como irían a una clase de aerobic, para manternerse en forma?

Pero de vez en cuando, alguien nos sorprende.

Una vez descubrí a una mujer que parecía que había ido tan solo a curiosear porque no bailaba y estaba algo escondido. Hasta que el que parecía su profesor, la vio, la saludó, y al darse cuenta de que ella ya se iba, decidió invitarla, casi arrastrándola a la pista. Lo de esta chica era timidez absoluta. Vi cómo sus mejillas pasaban por todos los tonos de rojo posibles antes de regalarle su abrazo al borde de la pista y bailar una tanda a trompicones, invadida por los nervios. Volví a verla bailar más veces durante la noche, y también en la siguiente milonga y en todas las demás desde aquella vez. Supongo que hay gente que es tímida y le cuesta dar el paso.

Entonces, ¿porqué tampoco van a las milongas que organizan sus profesores con el único fin de que sus alumnos pierdan la timidez, ganen seguridad y practiquen? Otro misterio. Pienso que quizás el tango no les guste lo suficiente o tengan vidas complicadas u otros intereses...pero, ¿todos?

Otra vez también descubrí a un hombre que según comentó, acaba de separarse y quería socializar un poco, cambiar de aires. Había dos mujeres milongueras que no le quitaban ojo desde que había entrado, ya que los milongueros nuevos son algo así como una rareza en las milongas locales. Así que ellas se acercaron a darle la bienvenida, a conocerle. Como el no parecía tímido, explicó que él bailaba ya desde hacía tiempo porque hacía dos años que iba a clases. Ellas, ilusionadas porque además no parecía principiante, se aventuraron a invitarle, primero una, después la otra. Lo que él no les contó en su presentación es que jamás había estado en una milonga, que no sabía circular por la pista y que su baile, a pesar de sus dos años de clases, era muy justito. Aún así, las milongueras locales, muy voluntariosas, lo invitaron durante toda la noche para animarle y que practicara. Después de aquel primer día, también se le vio con frecuencia por la milonga. Desde entonces también ha mejorado bastante su baile.

Es lógico que la gente mejore su baile y disfrute cada vez más el tango según va aprendiendo, pero para ello no son suficientes las clases de tango, por mucho que estás se tomen durante años, si luego no se va a milonguear. Es milongueando donde se aprende a improvisar, a adaptarse a otros abrazos, se conoce gente con la que luego se baila y socializa, se mejora el conocimiento musical, y se aprenden los códigos de la milonga.

miércoles, 13 de mayo de 2015

El regalo de confiar

La confianza es lo que las milongueras a veces brindamos a perfectos desconocidos en los primeros segundos de un abrazo, o que a veces decidimos reservar si hay algo que no nos hace sentir cómodas. Regalarla o no depende de si tu pareja es experimentada o no, de si la conoces o no, pero sobre todo de lo que transcurre desde el momento en el que el cabeceo tiene lugar hasta que te ofrece el abrazo en la pista de baile. 

Esos primeros momentos son realmente importantes. No es lo mismo que un hombre te cabecee y espere a que te muevas de la silla para hacerlo él a que, sin dejar de mirarte, vaya decidido hacia ti y luego haga un segundo cabeceo cuando está a uno o dos metros de ti. Tampoco es lo mismo que tu pareja te arrastre a la pista y se meta en ella en cuanto ve un hueco, o que se tome su tiempo para esperar a que los demás pasen, siendo así considerado con el resto de los milongueros que ya están en la pista. Tampoco es lo mismo ponerse a bailar inmediatamente que tomarse su tiempo para abrazar, sentir y conectar, esperando a que el momento musical sea el adecuado.Y mucho menos es lo mismo abrazarte a alguien que descuida su higiene y su imagen, que abrazarte a alguien que se ha esmerado por gustar y hacer sentir cómodas a sus parejas de baile.

La confianza es sin embargo muy frágil. La intención del milonguero suele ser la de cuidar a su pareja de baile. Bien conscientes de ello, muchas milongueras se relajan y cierran los ojos, entregándose completamente al abrazo y a la música. Pero a veces, la intención del milonguero no es suficiente, y cuando ella recibe un golpe o dos, deja de relajarse, abre los ojos y su confianza en él se evapora. Ganarla de nuevo es todo un reto para el milonguero.

También estan los milongueros que bailan como locos y para sí mismos, provocan accidentes, y aunque se disculpan, vuelven a repetir, no cambian su actitud. No conozco milonguera alguna a la que le guste bailar con este tipo de chicos y sea capaz de confiar en ellos. Lo curioso es que el ego de estos milongueros, que llega más allá de las estrellas, les impide verse así mismos de esa manera. 

Luego están los principiantes, llenos de miedos, inseguros, pero con la mejor de las intenciones. Confiar en ellos es fácil tan solo por su intención, pero aunque no sea hasta el punto de relajarte completamente y cerrar los ojos, consiguen que disfrutes de su compañía. 

Y por último están los que se ganan la confianza eterna. Recuerdo un chico con el que bailé una vez y en algún momento durante la tanda, se quedó totalmente quieto. Parece ser que estaba rodeado de otras parejas, no podía moverse, y se acercaba peligrosamente un milonguero bien desbocado. El chico cerró totalmente su abrazo, rodeándome completamente con sus brazos, y esperó. Sentí el golpe, que parecía ir dirigido a mi, pero que mi pareja de baile recibió: lo sentí a través del abrazo. En ese punto no solo me enamoré por una milésima de segundo, sino que además se ganó mi confianza para siempre. ¡Yo quiero bailar con chicos como él!

viernes, 8 de mayo de 2015

Clases de tango en Europa

Según mi experiencia, la mayoría de las clases de tango en Europa no están basadas precisamente enseñar cultura del tango, aunque afortunadamente hay todo tipo de profesores. Tampoco en ellas se habla mucho de los códigos milongueros, ni se invierte mucho tiempo en enseñar a caminar y a abrazar, o a escuchar la música para que cada uno sea capaz de interpretarla como le dicta el corazón. Y es una pena.

El enfoque de las clases en algunos lugares de Europa -España incluida-, suele darse en el llamado "paso básico" y unas cuantas figuritas. Entre ellas, las más comunes son los ganchos imposibles pero vistosos, que casi nadie hace bien, pero que todo el mundo se empeña en ejecutar, suene lo que suene y esté la pista como esté. También están esos molestos "sandwichitos" con los que pueden llegar a torturarte durante una tanda entera aunque no vayan con la música y aunque ya hayan mostrado que saben hacerlos más de cinco veces en un mismo tango. Y cómo no, también están esos levantamientos de jamón ibérico y no ibérico hasta donde la anatomía de cada uno alcance.

No me gustan esas clases pero menos aún el efecto de las mismas en las milongas. Es común encontrarte con milongueros que se creen experimentados porque su repertorio de figuritas mal hechas es infinito. Y luego están los pobres principiantes que se creen que por solo saber dos figuritas, aburren a la chica. Es curioso como cada vez que bailo con uno de estos últimos y sienten que tengo más experiencia que ellos, se disculpan porque son principiantes y dicen que no saben hacer nada más. Entonces trato de tranquilizarles y les digo que lo que nos gusta a las milongueras es un buen abrazo y tan solo caminar, jugando con la música. Luego me miran, igualito que las vacas al tren y me inunda la pena al sentir que no me creen, por muy cierto que sea.

Pero todo en esta vida suele tener una razón de ser, así que os contaré un secreto: parece que la razón por las que estas clases abundan es porque son las que más venden. Sí, no me lo invento.

Tristemente, esta es literalmente la respuesta que esta milonguera que escribe recibió durante un tiempo muchas de las veces que se topaba con un profesor argentino y le hacía una pequeña observación sobre lo que se enseña en las clases y lo que a una le gustaría que le enseñasen. Todos contestaban algo así como "es que eso no es lo que se vende... si a la gente le enseñas a caminar o le hablas sobre tango, se aburre y deja de venir a las clases...".

Quizás su experiencia sea esa, pero creo que se equivocan en su enfoque al continuar en esa línea. Honestamente, creo que lo que hace que la gente vaya a clase es una mezcla de varias cosas a parte de su propia afición al tango: la pasión que los profesores muestran por lo que hacen y sienten; por lo que están dispuestos a regalar de su conocimiento, sin guardarse nada, corrigiendo, ayudando a los alumnos a evolucionar en el baile; por su afán por animar a sus alumnos a milonguear y asistir a otras clases de otros profesores de los que crean que pueden aprender más (para ello se necesita generosidad y humildad por parte de los profesores); y cómo no, por sus ganas de compartir su cultura del tango. Si a todo lo anteriormente mencionado le añades humor, honestidad y cercanía personal, dejando el miedo de que huyan de tus clases, un alumno lo será siempre, porque pasará de ser un cliente a ser un fan incondicional: ESO es marketing y ESO es lo que vende... ¡no los sandwichitos dichosos!

lunes, 4 de mayo de 2015

Europa no es Buenos Aires

En España y en buena parte de Europa el tango no solo es algo relativamente nuevo sino también una pasión adoptada, que no es parte de la cultura local. Por ello, a este lado del mundo generalmente no se entiende la cultura del tango como la entienden en tierras porteñas. Pensaba que era algo obvio, pero me he encontrado a más de uno (maestros de tango argentinos o milongueros argentinos que van a Europa, o milongueros experimentados europeos que han pasado temporadas en BA) molestándose por no encontrar aquí ni siquiera un reflejo de lo que ellos encuentran en BA. Hay que asumirlo, es lo que hay.

Para la mayoría de los milongueros europeos equilibrados el tango es una afición, una pasión, pero no por ello estará como número uno en su lista de prioridades. Además, aunque muchos de ellos desearían viajar a Argentina y vivir la experiencia y la cultura argentina, no todos pueden: cada uno hace lo que puede con los medios de los cual dispone.

Ahora bien, no ir a Argentina, no quiere decir que estos milongueros europeos pasen olímpicamente de la cultura argentina. Los aficionados por lo general, escuchan tango, ven películas y documentales de tango, leen y escuchan las hermosas letras de algunos tangos, se emocionan con la música en vivo, les gusta ir a bailar a la milonga y se sienten atraídos por el arte relacionado con el tango, en la modalidad que sea. Es por eso que los festivales de tango existen: para ofrecer algo de todo eso.

El problema de los festivales es que son los eventos de tango que más cuestan y aunque eso no implique que sean caros, no son aptos para todos los bolsillos, especialmente para los de la gente joven.