sábado, 30 de marzo de 2013

Equilibrando... en número

¿Habéis estado alguna vez en una milonga en la que haya más hombres que mujeres? Encontrar una milonga en la que esto suceda es algo así como encontrar una aguja en un pajar: dificilísimo. Pero sin embargo, sucede, a pesar de que en las milongas, como en casi todos los lugares de baile, por alguna razón siempre suele haber más mujeres que hombres, y además, de forma muy desequilibrada. ¿Será que nos gusta a nosotras más bailar?¿Se trata de algo cultural?

 De todas formas, la razón es la de menos, pero es un problema en algunas milongas y eventos de tango porque desanima mucho a las mujeres, en especial a las que van sin pareja a la milonga, o a las que empiezan a bailar y pocos las invitan.

Cada vez más a menudo empiezan a verse eventos o milongas en las cuales se pone un aforo, discriminado por roles. Una vez creí ir a una de estas milongas, ya que cuya norma de aforo era de 90 mujeres máximo y 80 hombres. Tenía lugar en un barco. Estaba feliz porque creí que tendría más posibilidades de bailar. Al principio no me importó estar sentada porque daba la sensación de que intentar bailar sobre algo que se movía iba a ser como intentar mantener el eje después de un par de vinos, es decir, muy difícil, sobre todo teniendo en cuenta que muchas veces, sin los vinos, ya cuesta bastante mantenerlo.

 A medida que la milonga iba transcurriendo, fui conociendo a gente y charlando. El ambiente era agradable, multicultural, y había comida además de unas vistas preciosas. Yo seguía sin bailar,  así que acercándose el final de la milonga, decidí hacer de detective y averiguar por qué razón no estaba bailando. No entendía qué sucedía puesto que había casi el mismo número de hombres que de mujeres, yo tenía puesto un vestido llamativo, estaba en buen lugar sentada, la gente no me conocía, por lo que no sabían cómo bailo y no me podían discriminar por ello, y aún así, no bailaba. Al mencionárselo a una mujer sentada a mi lado, ella se puso a contar... y para mi sorpresa, los porcentajes prometidos por la organización, estaban "algo" desviados. Me dieron ganas de buscar a los organizadores uno a uno y tirarlos por la borda, dentro del agua llenita de medusas.

Esa noche bailé finalmente una tanda, solamente una. Fue maravillosa. Me alegré de haber dejado tranquilas a las medusas... al fin y al cabo, las pobres no tenían la culpa.

viernes, 22 de marzo de 2013

El ritual de prepararse para la milonga

 La palabra milonga significa que rodarán barras de labios, subirán medias de fantasía por las piernas recién depiladas, y nuestra ropa más sexy saldrá del armario. Es un proceso de transformación total, donde sale la esencia femenima más pura y donde entre amigas nos prestamos faldas, vestidos, tops, broches, y maquillaje. Se monta el salón de belleza en cuestión de minutos, nacen peluqueras con más experiencia que las profesionales y tan buenas maquilladoras que hasta en Cibeles las envidiarían.

 También están las diseñadoras, que de un niqui sencillo de deporte, pueden hacer en cuestión de segundos un top sexy con solo unos imperdibles; o las que son capaces de ponerse una falda como vestido y estar monísimas.

  Hay mujeres que tienen el don de transformarse en cuestión de minutos, lo hacen con gracia y vayan como vayan, parece que han pasado tres o cuatro horas preparándose aunque hayan sido trece o catorce minutos. Luego están las que has estado esas tres o cuatro horas y parece que lo han hecho en tres o cuatro minutos, pero eso es otra historia, porque son la excepción. El resto de las mortales tomamos nuestra hora entre ducha, elegir ropa, maquillarnos y darnos los últimos toques antes de mirarnos al espejo y vernos algo más guapas de lo normal. Cambiar así transforma internamente a muchas mujeres y les da una dosis extra de confianza en sí mismas.

 Todo el esfuerzo de la mujer por transformarse luego tiene su recompensa porque los bailarines toman a veces el tiempo para reconocernos a algunas, y una vez que lo hacen, sus ojos se agrandan porque lo que antes era una chica sin maquillaje, peinada con una coleta y en jeans, ahora es una mujer de lo más sexy. A algunas chicas les sale la sensualidad en cada movimiento que hacen, y su sensación de poder sobre los hombres parece no tener límites. Es entonces cuando el hombre se convierte en un ratoncito, esperando a ser comido por una gata, que juega con él, pero rara vez se lo come.

 Luego llega el final de la milonga, y las milongueras nos quitamos los tacones. Es como bajar del escenario una vez que la actuación ha terminado y volvemos a ser las chicas de antes, sin maquillaje, sin tacones, ratoncitos en lugar de gatas. La magia se evapora, nos transformamos, volvermos a ser chicas normales. Y es entonces cuando a mí me viene a la mente una frase de una canción que me encanta... "pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario..."("Ojos de Gata" de Los Secretos)

lunes, 18 de marzo de 2013

Mi cumpleaños ♪♫ ♫ ♪♫ ♫

 Hace poco en mi entrada Cumpleaños Feliz, os expliqué cómo se celebran los cumpleaños entre milongueros y os prometí que os contaría con pelos y señales cuando me tocara a mí. Pero esta vez me lo pusieron muy fácil porque el día de mi cumpleaños nevaba tanto y había tan poquita gente en la milonga a la que conseguí llegar tras varios kilómetros detrás del quitanieves, que yo le hubiera cambiado el nombre a "la milonga triste". Convidé a galletitas y bizcocho, pero más ahí de tomar bebidas calientes y bailar unas poquitas tandas con amigos, no tuve que hacerme la valiente y ponerme en medio de la pista a pasar un poco de vergüenza.

 Fue el día anterior cuando bailé una tandita en el centro de la pista. Eso sí, por suerte, el centro de la pista era el salón de mi casa; mis invitados, amigos de toda la vida y ninguno milonguero, a excepción de uno al que le tocó bailar la tanda conmigo; la vergüenza había huído después de la segunda copa de vino; y aunque mi eje se parecía al de la Torre Pisa, nadie se dio cuenta. Pero yo sí, cuando al día siguiente, como regalito de cumpleaños, un amigo me envió los dos vídeos que había hecho de mi pequeña exhibición. Jamás me había visto antes en un vídeo y fue un horror lo que vi: ¿bailo así de torcida? ¡qué desastre! Creo que ha sido un bonito toque de atención a mi descuido con las clases de tango, que por lo que vi en el vídeo, las necesito desesperadamente. Así que creo que esos vídeos, no verán la luz, y mucho menos YouTube.

 A pesar de los horribles vídeos, he de reconocer que disfruté muchísimo del baile y creo que mi amigo también, eso se siente. Para mis invitados, fue algo bonito y sentido lo que vieron, así que la velada fue todo un éxito. Lo que más me conmovió fue oír a una de mis mejores amigas decir que le había gustado, que lo que era antes un baile que no le gustaba ni le decía nada, ahora lo miraba con otros ojos. Y fue en ese momento cuando recordé que fue en un ambiente familiar, en casa de una amiga, viendo bailar a sus padres, cuando yo me enamoré del tango.

jueves, 14 de marzo de 2013

Una nueva palabra en el diccionario: amigocidio

amigocidio [aˈmiγo'θiðjo] s. m. Estrangulamiento mental de un amigo a otro amigo, sin importar que este último sea muy querido y de confianza. 

Posibles causas: cuando un amigo deja escapar alguna información confidencial o destapa una mentira piadosa de la que solo sabe él, le dice al pesado de turno que no tienes novio ni marido, te gasta una broma vergonzosa, se olvida de que ha quedado contigo y no aparece o llega muy tarde y sin avisar, va contigo a la milonga y no te brinda la primera tanda, te tira una bebida encima justo cuando te acabas de poner guapa para salir, aparece con la pesada de su vecina para ir de compras, te tomar el pelo por un desliz durante semanas y semanas, le dice que eres agradable bailando precisamente a ese con el que no quieres bailar, te mima y te abraza delante de tu novio/marido celoso, le saca a bailar a tu pareja en lugar de a ti, te saca a bailar justo cuando se acerca a pedirte una tanda ese chico con el que estabas deseando bailar toda la noche, te quita la silla cuando no hay donde sentarse en la milonga, te invita a tres vinos cuando sabe que dos ya pierdes el eje... y muchas otras causas.

Cómo evitarlo: respirar hondo, contar hasta diez y armarte de mucha paciencia o bien atarle de pies y manos y ponerle una mordaza, para así evitar que provoque una de las posibles causas antes mencionadas.

Posibles curas: es incurable, los sentimientos no se controlan. 

Diccionario Enciclopédico de una Milonguera © 2013 Editorial Tanguera, S.L. 

lunes, 11 de marzo de 2013

¿Quién era...Astor Piazzolla?

Astor Pantaleón Piazzolla Manetti (1921-1992): 

* Su nombre le fue puesto en homenaje al violinista Astor Bolgnini. 
* Era extraordinario tanto en música popular (tangos porteños) como en música culta o clásica. 
* Creó un nuevo género llamado tango sinfónico.
* Su obra comienzó en 1946 con El desbande y concluyó en 1990, con Le grand tango, para cello y piano, que le estrena Mstislav Rostropovich, y con Five tango sensations, que el mismo año graba con el cuarteto de cuerdas Kronos, 46 años en los que produjo unas 800 obras. 
* Se educó en Nueva York y en 1930 estudió bandoneón con Andrés D'Aquila. Luego tomó clases de música con el pianista Bela Wilda, discípulo de Rachmaninov.
* En 1934 se le ve en una escena con Carlos Gardel en la película El día que me quieras. 
* En Buenos Aires, y tras esporádicas actuaciones en las orquestas de Miguel Caló, Francisco Lauro y Gabriel Clausi, en 1939 ingresó como bandoneonísta en la de Aníbal Troilo, en la que permanecería durante cinco años. A ese lapso pertenecen sus estudios de música con Alberto Ginastera, y de piano, con Raúl Spivak; su matrimonio con Dedé Wolff, el nacimiento de su hija Diana y el de su hijo Daniel y su bautismo como músico de escuela con su Suite para cuerdas y arpa.
* Separado de Troilo, comienza a dirigir en 1944 la orquesta de Francisco Fiorentino y en 1946 forma su propia orquesta, con la que actúa en el "Tango Bar" y en otros lugares céntricos, y compone el que siempre consideraría su primer tango, El desbande.
* No abandona los estudios y cursa dirección orquestal con Hermann Scherchen. Mientras, crea algunos tangos memorables: Para lucirse, Contrabajeando, Lo que vendrá, Prepárense, Tanguango. 
* En 1953 obtiene el premio Fabien Sevitzky con Buenos Aires, Tres movimientos sinfónicos.
* En 1954 viaja a París, donde se produce su encuentro con la gran maestra Nadia Boulanger, en el que define su futuro. Regresa a Buenos Aires y forma el tan famoso como efímero octeto con cuyas grabaciones puede decirse que inaugura la era piazzolliana.
* De ahí en adelante compone y toca con frenesí. Forma sucesivos conjuntos cuyos integrantes selecciona con rigor y disciplina.
* Sus más conocidas creaciones son Adiós, Nonino (1959) y Balada para un loco (1969). 
                                                   
 

Fuente: Hlmtango.com. "Astor Piazzola", por José Gobello. Nota extraída de la Colección Letras de Tango - Meralma E.C.E.

jueves, 7 de marzo de 2013

Mimar un zapato

Si queremos que unos zapatos de baile nos duren muchas milongas, voy a litar unos consejos, que aunque la mayoría son de sentido común, nunca se sabe a quienes les pueden venir bien (sobre todo a aquell@s que empiezan sus primeros pasos en el tango):

* No bailar con ellos en la calle. Tengo una amiga a la que literalmente le salieron agujeros en la suela por bailar con ellos sobre asfalto. Ahora bien, si estás cansada de tus viejos zapatos y quieres esos preciosos que has visto en una tienda, puede ser la mejor excusa del mundo para decirle a tu pareja que necesitas unos nuevos, ya que tus zapatos tienen agujeros de lo viejísimos y desgastados que están (y quizás tengas una sorpresa por tu cumpleaños, Navidad, Reyes, o por vuestro aniversario).

* No bailar en pistas con agujeros donde el tacón se puede quedar clavado y romperse, o peor aún, hacer que nos rompamos una pierna o la cabeza. Es que luego le echamos la culpa al tango.... 

* No ir con ellos caminando por la calle, también se desgastan o se pueden mojar. Lo ideal es ponérselos en la milonga, pero nunca demasiado cerca de la pista, por si te pisan o le dan una patada sin querer a uno de tus zapatos y tienes luego que buscarlo como loca por debajo de las sillas.

* A veces la lengueta protectora sobre la que apoyas el pie se levanta, lo que yo suelo hacer es limpiarla bien con alcohol, mojar la piel para poder volver a estirarla bien y luego, aplicar pegamento instantaneo pega-todo. Quedarán como nuevos.

* Si son de tela, con un paño húmedo se limpian bien. Si son de ante, con un cepillo te arreglas bien. La piel, con grasa de caballo queda brillante y protegida. Depende de la calidad de la grasa, puedes extenderla con cuidado con la yema de los dedos ya que no mancha.

* Si encuentras algún hilo en tu zapato en los adornos o en la tela del mismo, no hay nada mejor que cortar con la tijera (nunca tirar del hilo) y quemar la puntita con un mechero para asegurarse que no se deshilacha más.

* Cuando son nuevos y todavía no tienen desgastado el tacón, es el mejor momento para reforzarlo y cambiar la tapita del tacón a una más resistente y de otro material, ya que este componente del tacón, aunque el zapato te haya costado 200 euros, muchas veces sigue siendo de plástico.

* Si son de colores, no es mala idea con un esmalte transparente, proteger las zonas más expuestas al roce, para que duren más. Yo utilizo los esmaltes también para arreglar zonas descoloridas, y aunque he de reconocer que es una chapucilla, mejor eso que nada.

* Lo más importante de todo: guardarlos en un lugar seco y limpio. Y siempre en sus bolsitas o en su defecto, bien colocados sobre una superficie, no amontonados en cualquier lugar, donde pueden caerse, rozarse con otros zapatos y estropearse.

lunes, 4 de marzo de 2013

Y tenía que sucederme a mi

 Era el mismo festival en el que se coló un tarado en la milonga, pero en otra milonga del festival. Yo estaba muy ilusionada esa noche porque esperaba repetir una noche como la anterior, en la que me lo pasé de fábula y bailé todas las tandas de la milonga que mis pies me permitieron. Así que me vestí con esmero y mi falda favorita: elástica, con algo de vuelo, cómoda, pero un poco revoltosa. Al ser la falda algo ajustada en la parte de arriba y para no marcar braguita, decidí ponerme un tanga. 

 Bailaba una tanda de las que me gustan, con uno de mis bailarines de siempre, y aunque en ese momento yo iba con los ojos cerrados disfrutando de la música, pronto me di cuenta de que estaba más o menos en el centro de la pista. Sentí un boleo y mi pierna cobró vida, hasta que encontró uno de los picos de mi falda y decidió anclarse. Sucedieron cuatro cosas: una, que el tacón se acomodó en un agujero que hizo atravesando mi falda; dos, que al darme cuenta me puse nerviosa, perdí el eje y para no caerme bajé la pierna al suelo; tres, que al bajar la pierna al suelo mi falda bajó a la misma velocidad y a pesar de ser elástica no lo era lo suficiente y dejó al descubierto mi tanga y trasero blanco como la nieve; y cuatro, que muerta de la vergüenza e intentando sacar el tacón del agujero, di gracias a mi buena sensatez de al menos haberme puesto una de esas tangas bonitas, ya que obviamente la vio buena parte de la milonga.

 Mi bailarín, todo un caballero, me sostuvo en equilibrio mientras hacía la proeza de rescatar mi falda y ajustármela de nuevo, todo ello cuidando de que el resto de los bailarines que andaban por la pista no terminaran haciéndome perder el equilibrio de nuevo. Esa misma semana logré hacer un apaño cosiendo un adorno en la falda para tapar el agujero hecho por el tacón, y he decir, que ahora luce aún más bonita que antes.

viernes, 1 de marzo de 2013

Correr vs Bailar

 Una vez alguien me dijo que tenía que disfrutar cada baile, cada momento, fuera con quien fuera. Pues bien, se puede, pero no con la misma intensidad. Os pondré un ejemplo:

 Imaginad un deportista al que le gusta correr, entrena 3 o 4 veces a la semana y cuando puede, un fin de semana se va a participar en alguna maratón o media maratón. Disfruta muchísimo corriendo y se siente feliz y bien consigo mismo cuando consigue llegar a meta y hace un buen tiempo. Ahora bien, tiene un amigo al que le ha convencido de lo maravilloso que es correr y éste se anima a entrenarse e intentarlo. Quiere que su amigo deportista entrene con él, pero puede que el deportista se aburra, baje su forma física y encima se lesione. También puede que el que no es deportista se sienta mal porque el deportista se aburre con él ya que todavía no puede correr, respirar y darle conversación al mismo tiempo, o no puede seguir su ritmo. Al final, quizás lo más acertado sería que, por ejemplo, salgan a correr un día a la semana juntos y el resto de los días el deportista vaya a su ritmo, para no perder forma y que ambos disfruten de correr sin agobios. O incluso, pueden entrenar por separado, ir a la maratón juntos pero luego, aunque un rato puedan correr juntos, lo normal es que llegue un punto en que el deportista se ponga a su ritmo, intente llegar a meta, y mejorar su tiempo, que es lo que le hace sentir bien y para lo que corre. El amigo debería comprenderlo. 

 Bien, pongamos ahora que quien le pide que entrene o corra a su lado una maratón es alguien que no conoce de nada. ¿Qué motivaciones tendría cada uno para ir a la par del otro? Es seguro que el que empieza a correr, muchas: no tiene que esperar, tiene a alguien que le motiva y le hace incluso correr algo más rápido, y encima, no va solo. El deportista puede que quiera ser solidario porque sabe lo duro que es empezar a correr y decida ponerse a su ritmo en los entrenamientos un rato o incluso en la maratón, pero no lo hará con frecuencia si quiere conseguir su objetivo y disfrutar del deporte. 

 Se puede aplicar un paralelismo a bailar tango. Cualquiera puede bailar feliz con un amigo o conocido que empieza, o incluso con un desconocido por solidaridad, ya que todos hemos sido principiantes y nos ha hecho ilusión que alguien nos pida bailar. Pero una cosa es bailar feliz una de esas tandas, y otra cosa es estar toda la noche o buena parte de ella bailando ese tipo de tandas. Y al igual que los principiantes, los otros también han ido a la milonga a disfrutar y no es con los principiantes con los que más disfrutan, sino con otros bailarines que bailan más o menos como ellos o mejor. Yo personalmente entiendo que esta es la razón por la que muchos bailarines no bailan conmigo o solo lo hacen de vez en cuando, sean amigos o no, y no me enfado por ello: me parece lo más normal del mundo, ya que al fin y al cabo todos hemos venido exactamente a lo mismo a la milonga: a disfrutar. Entonces, ¿porqué se enfadan otros conmigo cuando yo hago lo mismo?