Me imagino que
cuesta mucho dinero traer a maestros de tan lejos, pagarles el viaje, el alojamiento, las comidas y todo lo demás establecido, clases y
exhibición incluidos. Ahora bien, si yo no voy a las clases y tampoco a la exhibición, ¿por qué me obligan a pagar una desorbitada cantidad de dinero
en la entrada?¿y si no me interesa ver la exhibición sino solo ir a la milonga? No me parece justo. Si con las clases, en un intento de mantener
un aforo para asegurar una calidad mínima en la atención de los profesores, no
cubren el coste de los maestros, no deberían cargar el resto a la gente que
simplemente asiste a bailar a la milonga. En mi opinión deberían ofrecer la
opción de pagar la mitad, si la entrada a la milonga se da después de la
exhibición. Más justo, ¿no?
Ahora bien, pasando a otro nivel de sinceridad, quizás el motivo por el que enfadó tanto este asunto es porque como consumidora, en cualquier situación, espero una relación calidad-precio aceptable: y el problema es que esta milonga no cumplió con mis expectativas. La milonga tenía lugar en un salón de baldosa de piedra que era un terror debido al calor que hacía y bailar de forma cómoda era imposible. La razón: el suelo parecía una pileta debido a la condensación, totalmente mojado, resbaloso, y también peligroso. Obviamente, a pesar de haber organizado todo con cariño porque era su primer evento del estilo, no prestaron la misma atención a la calidad del lugar y la pista de baile como a la de las clases. Supongo que la siguiente vez lo harán mejor... eso espero, aunque quizás no me queden ganas de asistir.