lunes, 21 de julio de 2014

Una acompañante especial

La milonga tenía lugar en un espacio acondicionado de unos 200 m2 de un suelo de madera ideal para bailar. Había bancos corridos de madera, unas pocas mesitas, un escenario, una barra y una habitación a parte que hacía de ropero y de mini-restaurante donde te servían ensaladas y crepes dulces y salados a un precio muy económico. El ambiente muy agradable, la gente muy mezclada, y la generación mayoritaria era de milongueros nacidos en los años de la hegemonía del peronismo. Definitivamente, uno de los mejores lugares en los que he estado milongueando.

Allí me encontré con una mujer que al principio no reconocí. Fue ella quien se acercó a saludarme, me refrescó la memoria, y finalmente cuando caí en cuanta de quien era y cómo nos habíamos conocido, desplegué mi sonrisa y me quedé con ella a charlar un buen rato. La acompañaba otra mujer de más o menos su edad, de piel negra con un vestido blanco que la hacía resaltar por encima de todas las demás. Iba muy guapa y estaba sentada, escuchando la música. En un momento dado, un hombre se acercó a ella, le hizo una invitación verbal mientras sonreía, y ella le devolvió la sonrisa mientras extendía su mano. Él la tomó y se dirigieron juntos a la pista. Aunque era una escena de lo más normal en la milonga, me quedé mirando porque me pareció una invitación especial y me gusta vivir experiencias a través de los demás.

Estaba todavía mirándoles acercarse a la pista cuando la otra mujer me dijo que ella era su acompañante, palabra que normalmente no la usas con una amiga con la que vas a la milonga. Pensé que podría estar hablando de su pareja sentimental, pero apenas se me estaba pasando por la cabeza, cuando ella me explicó que pertenecía a un grupo de voluntari@s milonguer@s que colaboraban con una asociación de invidentes y que les estaban enseñando a bailar tango. La emoción de escuchar eso me humedeció los ojos e hizo que cobrara un sentido más intenso la escena que acababa de presenciar. Vi preciosa la iniciativa de esos milonguer@s voluntari@s y desde luego, un ejemplo a seguir.

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