miércoles, 9 de julio de 2014

Tierra trágame

Me acuerdo que hace tiempo estaba en una milonga, sentada junto a una columna, en primera línea de pista, junto a otras tres milongueras. Todas mirábamos hacia una esquina en particular, cerca de la entrada, donde había un grupo de milongueros listos para bailar. Cada una buscaba su cabeceo.

Hubo un hombre que cabeceó a alguna, aunque ninguna de nosotras sabíamos fijo a quien. Aún así una de las milongueras junto a mi, que vestía una falda verde, se levantó y se dirigió a la pista. Al yo no tener claro a quien iba dirigido el cabeceo, no me levanté. Me habían enseñado que cuando un hombre te cabecea y siempre y cuando haya más milongueras a tu lado, no es buena idea dirigirte a la pista para esperarle, sino seguirle con los ojos, y cuando él se acerca, si es a ti a quien ha cabeceado, lo hará de nuevo cuando esté a un metro o dos de ti, para que no haya duda alguna.

Yo estaba convencida de que me había cabeceado a mí, pero frené mis impulsos de levantarme. Y menos mal. Lo primero, porque él pasó de largo junto a la milonguera de la falda verde, que ya lo esperaba en la pista, creyendo que era a ella a quien había invitado, y se acercó a nosotras. La mujer de verde se quedó sorprendida, molesta y algo avergonzada por la metedura de pata, pero aun con ese gesto de "tierra, trágame", disimuló como pudo y se fue al baño. Y lo segundo, porque para mi asombro, al acercarse a nosotras, se dirigió hacia la milonguera del vestido gris que estaba a mi derecha para saludarla, gesto que hizo que ella se levantara pensando que la invitación era también para ella, y se tuviera que sentar de nuevo al darse cuenta de que el extendía su mano hacia la siguiente chica a su lado, que iba vestida con una falda negra y un top rojo, que lo miraba sorprendida.

A ver, malentendidos suceden, pero que sean cuatro chicas las que te interpretan mal la invitación de un milonguero.. ¿no es un poco extraño? Quizás deberían enseñar a los milongueros, así como a milongueras como yo nos enseñaron a no movernos de la silla hasta estar al 100% seguras, a no ser tan dispersos en sus invitaciones.

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