viernes, 22 de marzo de 2013

El ritual de prepararse para la milonga

 La palabra milonga significa que rodarán barras de labios, subirán medias de fantasía por las piernas recién depiladas, y nuestra ropa más sexy saldrá del armario. Es un proceso de transformación total, donde sale la esencia femenima más pura y donde entre amigas nos prestamos faldas, vestidos, tops, broches, y maquillaje. Se monta el salón de belleza en cuestión de minutos, nacen peluqueras con más experiencia que las profesionales y tan buenas maquilladoras que hasta en Cibeles las envidiarían.

 También están las diseñadoras, que de un niqui sencillo de deporte, pueden hacer en cuestión de segundos un top sexy con solo unos imperdibles; o las que son capaces de ponerse una falda como vestido y estar monísimas.

  Hay mujeres que tienen el don de transformarse en cuestión de minutos, lo hacen con gracia y vayan como vayan, parece que han pasado tres o cuatro horas preparándose aunque hayan sido trece o catorce minutos. Luego están las que has estado esas tres o cuatro horas y parece que lo han hecho en tres o cuatro minutos, pero eso es otra historia, porque son la excepción. El resto de las mortales tomamos nuestra hora entre ducha, elegir ropa, maquillarnos y darnos los últimos toques antes de mirarnos al espejo y vernos algo más guapas de lo normal. Cambiar así transforma internamente a muchas mujeres y les da una dosis extra de confianza en sí mismas.

 Todo el esfuerzo de la mujer por transformarse luego tiene su recompensa porque los bailarines toman a veces el tiempo para reconocernos a algunas, y una vez que lo hacen, sus ojos se agrandan porque lo que antes era una chica sin maquillaje, peinada con una coleta y en jeans, ahora es una mujer de lo más sexy. A algunas chicas les sale la sensualidad en cada movimiento que hacen, y su sensación de poder sobre los hombres parece no tener límites. Es entonces cuando el hombre se convierte en un ratoncito, esperando a ser comido por una gata, que juega con él, pero rara vez se lo come.

 Luego llega el final de la milonga, y las milongueras nos quitamos los tacones. Es como bajar del escenario una vez que la actuación ha terminado y volvemos a ser las chicas de antes, sin maquillaje, sin tacones, ratoncitos en lugar de gatas. La magia se evapora, nos transformamos, volvermos a ser chicas normales. Y es entonces cuando a mí me viene a la mente una frase de una canción que me encanta... "pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario..."("Ojos de Gata" de Los Secretos)

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