martes, 15 de noviembre de 2016

Gato por liebre

Equilibrio s. m. dícese de la "proporción y armonía entre los elementos dispares que integran un conjunto". Qué palabra tan espinosa, sobre todo cuando lo esperas y no es lo que hay.

Gato por liebre es lo que siento que me dan, cuando me prometen equilibrio entre hombres y mujeres en un evento de tango, y resulta que hay tropecientas mil mujeres más que hombres. Lo triste es que algunos organizadores utilizan ese gancho para que muchas mujeres se inscriban a ciertos eventos y así garantizar que se cubren costes. Para mí eso es un engaño, poco ético, algo así como una estafa. Y me he sentido así, estafada, más de una vez. Por eso mismo tengo mi lista particular de "milongas y eventos en los que me han dado gato por liebre y a los que no pienso volver".

Es cierto que el equilibrio no garantiza que una mujer vaya a bailar más o menos en la milonga o no lo haga en absoluto, pero ayuda, y mucho. Mi experiencia así me lo dice. Y no creo que solo la mía, ya que de hecho, por algo existen los eventos en los que prometen por su madre, su abuela y toda la familia, que habrá equilibrio entre hombres y mujeres.

Hay quien no está acuerdo con la existencia de estos eventos en los que hay equilibrio entre hombres y mujeres, por la sencilla razón de que creen que no es justo dejar a gente fuera de la milonga (mujeres principalmente, porque somos más en número) una vez que se ha cumplido el cupo. Sin embargo sí que ven bien que una milonga tenga un aforo determinado y haya milongueros y milongueras que se queden fuera. Es el mismo principio.

Y aquí el matiz puntilloso: ¿es discriminatorio hacia la mujer, especialmente la mujer que va sola y no tiene con quien apuntarse? Parece que en principio así es, pero la realidad es la siguiente: en muchos de los eventos en los que está la norma de paridad entre hombres y mujeres, las mujeres que se apuntan solas entran tan pronto como se apunta un hombre solo, por lo tanto, solo tienen que hacer como el resto: apuntarse lo antes posible. Ocurre exactamente lo mismo con los hombres. Como mujer, a veces te quedas fuera o en lista de espera, otras veces tienes suerte, pero es así y esto les pasa tanto a hombres, como mujeres, como a parejas.

Pero la cuestión de todo esto no es esa, sino que si se vende un evento con unos términos, lo lógico es que la organización sea profesional y cumpla, sin engaños, aunque esto haga que no se complete el aforo, y por tanto no se obtenga el benefio esperado. Quien no está de acuerdo con los términos establecidos siempre tiene la opción de no apuntarse: nadie obliga a nadie.

6 comentarios:

  1. Ante todo, decirte que es un auténtico placer volver a leerte.
    En cuanto al desequilibrio entre hombres y mujeres en los eventos, sólo puedo hablar del único al que hé asistido, en Sevilla, en el que me pareció que posiblemente nos duplicabais en número. Pero aun así, me dio la impresión de que mayoritariamente no se animaban a sacar a bailar a los hombres. Ya sé que va en contra del supuesto código milonguero y todo eso, pero por lo menos a mi modo de ver, en este caso primaría el dicho de "la que algo quiere, algo le cuesta" y si el bien (en este caso los hombres) es escaso, deberíais lanzaros a por él. Al menos a mí me parece la opción más práctica para vosotras.
    Saludos cordiales y espero volver a leerte pronto.

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  2. Gracias David.

    Con respecto a tu apreciación, si se siguen los códigos, que son justos porque no comprometen y ambos eligen, es normal encontrarse en situaciones como la que describes y las mujeres no inviten directamente. El que algo quiere, algo le cuesta.. cierto, pero se puede hacer con cabeceo, y no con invitación directa, que compromete y es incómoda para ambos cuando uno de los dos no quiere bailar con el otro.

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  3. Quizá no me expresé claramente. Me refería a eso, a cabeceo. La que algo quiere, creo que debería usar la cabeza (literalmente) para conseguirlo y más cuando escasean los candidatos.

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    1. La forma que tiene una mujer de indicar que quiere bailar es mirando, y si además sonríe, es casi seguro que consigue la invitación: es su forma de elegir con quien baila. A veces, los hombre nos confundimos. Si una mujer no mira, lo más seguro es que tenga otros objetivos, es decir, no quiera bailar con nosotros. Hay mujeres, al igual que hombres, que seleccionan mucho con quien bailan, especialmente si son buenas bailarinas, y no quieren bailar con cualquiera solo por bailar, sino que buscan disfrutar.

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  4. La buena bailarina... no tiene en cuenta si hay muchas mujeres y menos hombres.
    La rason! Sabe bailar y si a eso se le agrega un cierto toque de elegancia y frescura...no hay Varon que no la vaya a invitar !

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    1. No todas son buenas bailarinas y también quieren bailar... de todas formas, el asunto que menciona la escritora es otro: habla de los organizadores que mienten, prometiendo algo que no cumplen.

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