viernes, 14 de octubre de 2016

De maestros hablamos

Recuerdo una vez cuando por fin llegó el esperado momento en el que un organizador hizo la presentación de la pareja de artistas, -no sin antes también emplear unos minutos eternos en elogiar a los bailarines-, los mencionó anteponiendo la palabra "maestro" al nombre del bailarín y su compañera, luego toda la sala aplaudió, ellos aparecieron, y poco después sonó la música. 

Como algo que me llamó la atención es que el presentador utilizó la palabra "maestro" antes de presentarles. Entiendo que usó la palabra como respeto o admiración hacia el bailarín, reconociendo así que se trataba de una persona que con desenvoltura maneja un arte, en este caso el de bailar tango. Sin embargo, he de confesar que para mí la palabra "maestro" tiene una connotación algo diferente, es algo más que eso: es un conocimiento experto en una material, normalmente acompañado de un título que acredita dicha capacitación o experiencia.

Quizás me equivoque, pero me da la impresión de que, a veces, se usa mucho la palabra "maestro" para presentar a cualquier bailarín o para mencionar a cualquiera que tenga experiencia bailando o enseñe a bailar, independientemente de si domina o no lo que hace o de si tiene alguna titulación. Y eso, particularmente a mí, me crea confusión, especialmente cuando voy a una exhibición en la que la pareja profesional domina el tango, pero no destaca por la originalidad de su baile o por su técnica. Así que por mucho que esa pareja de artistas trabaje mucho y evolucione, e incluso se dedique a dar clases, si en la milonga se ve a mucha otra gente bailando (milongueros, no profesionales) que controla la técnica y musicalidad mejor que la pareja de profesionales, entonces supongo que me veo en la obligación de deducir que las milongas están llenas de maestros.

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