lunes, 30 de junio de 2014

Un par de tortolitos

Entre milongas a menudo se ven parejas bailando tango y mostrándose afecto mientras lo hacen. Hay una pareja que me llamaba siempre la atención porque parecía que cada día se les veía más cariñosos, más enamorados. Me quedé sorprendida cuando supe que eran un matrimonio consolidado, con muchos años de casados. Costaba creérselo viéndoles.

El tiempo pasó y seguían compartiendo carantoñas, sonrisas, besos, y también muchos abrazos. Obviamente nadie finge tan bien ni tanto tiempo. Luego empecé a conocerles mejor y en lugar de descubrir que eran dignos de un Oscar, me sorprendí encontrándome con una mujer que hablaba de lo afortunada que era por tener un marido como él, mientras esa sonrisa suya salía por los ojos; con un hombre que que le oía decir que nadie le bailaba tan bien como su mujer, describiendo en que momentos, mientras bailaban, él se derretía totalmente por ella.

Me sorprendí más aún, cuando una noche, mientras esperaban a un ascensor y creyéndose a solas, parecían unos tortolitos, una pareja enamorada a punto de pasar su noche de bodas. En fin, que si, que era verdad. El amor así existe, y supongo que con mucho trabajo (comunicación, respeto, apoyo...) se consolida, crece con el tiempo y se hace más fuerte. También he llegado a la conclusión de que así como dicen que quien vive con amimales es más feliz, quien tiene una pasión y encima la comparte con su amor, no puede ser más feliz. También creo que hay pasiones que tienen un algo especial, que funcionan como un catalizador para estos sentimientos, como en su caso es el caso del tango...

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