sábado, 6 de septiembre de 2014

SoloOcho

Todas las milongueras, tarde o temprano pecamos comprando unos zapatos, una falda, un top o cualquier otra preciosidad que vemos en las tiendas ambulantes de ropa de tango que van a los encuentros milongueros o festivales. Normalmente todas miramos la ropa, la deseamos, pero luego intentamos resistirnos todo lo posible, ya que el bolsillo no da para satisfacer cada capricho, sobre todo, porque los caprichos en cuestión van normalmente desde los cincuenta a los doscientos euros.

Ese día había desayunado muy temprano, al finalizar la milonga, antes de ir a dormir. Engañé al estómago lo suficiente como para dormir unas horas, pero después de bailar durante toda una noche, por mucho que le engañes, en pocas horas despiertas famélica total. Así estaba yo esperando a que abrieran el comedor para devorar lo que fuera, cuando conocí a Elvira, la creadora de las preciosidades de SoloOcho. Pero el encuentro duró muy poquito y me quedé con ganas de observar los trapitos al detalle, ya que poco después, el ruido de mi estómago batallando contra el hambre y el ruido de las puertas del comedor al abrirse se transformaron para mi en una orquesta que hizo que mis pies volaran comedor adentro, justo como me sucede cuando oigo un tango que me gusta.

Por la tarde, ya tranquila la fiera, volví a ver los modelitos con el estómago lleno, y qué cosa, ¡parecían incluso más bonitos! Allí estaban todos ellos, colgados en perchas, preparados para tentarnos a todas las milongueras. Ya tenía un modelito casi elegido cuando vi como una amiga sostenía una falda entre sus manos... y fue inevitable: me enamoré. Me la probé, pero justa de talle como me quedaba, volví a colocarla en su percha con cara de pena. Elvira me vio y se ofreció a tomarme las medidas para hacerme una de mi talla. Pagué la falda y semanas después, el cartero llamaba a mi puerta con mi auto regalo de Navidad.

Corrí como una loca a ponérmela y casi me muero del susto cuando vi que no me quedaba bien: el tinte de la tela no era exactamente como el que me había probado y me quedaba alta en la cintura, así que decidí escribir a Elvira. Ella, profesional como es, en seguida me ofreció soluciones y me pidió que le enviara la falda para arreglarla o incluso hacerme una nueva, haciéndose ella cargo de todo. Da gusto encontrar gente como ella, la verdad.

Cosas de la vida y la milonga que a la semana siguiente me la encontré en un festival, me tomó medidas de nuevo, charlamos, y tuvo el detallazo de regalarme un top para la falda como compensación por las molestias causadas. No me lo podía creer, un amor, definitivamente.

Unas semanas después, aunque con algo de retraso, tenía mi preciosa falda. La lucí por primera vez en una milonga malagueña... y no pude evitarlo: me volví a enamorar del trapito.

Así que chicas, os recomiendo SoloOcho, no solo por la preciosidad de modelos que ofrece sino porque podéis tener la completa seguridad de que detrás, está Elvira, una auténtica profesional que os tratará como reinas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario