martes, 11 de julio de 2017

Andar en bici nunca se olvida

Eso me dijo de pequeña una vez mi abuelo, cuando después de aprender a montar en bici un verano, estuve el invierno sin subirme a ella, y de nuevo en primavera quise volver a intentarlo. Miré la bici recelosa, como si  fuera una tarea de la que quizás no fuera capaz de hacer.

En la vida hay muchas "bicicletas", con lo cual, esto ocurre de vez en cuando: a veces creemos que hemos olvidado, pero en realidad hay una parte inconsciente que siempre recuerda. Suele ser el miedo el mayor enemigo, ése que nace de la falta de confianza en la capacidad que tiene una misma de hacer las cosas, de la pérdida de control ante la incertidumbre y lo inevitable, de la certeza de sentir vulnerabilidad física y de sufrir un daño.

El tango también ha sido una "bicicleta" para mí en varias ocasiones, la última, hace muy poco tiempo.

Esta primavera, tras meses sin bailar por motivos de fuerza mayor, acudí a un evento de tango en el que bailaba con gente a la que no conocía. No había miedo por falta de confianza en mí misma, tampoco miedo por la pérdida de control ante la incertidumbre y lo inevitable, sino más bien a la vulnerabilidad física y a sufrir daño. Tan solo bailé con milongueros que conocía, en los que confiaba y rechacé cuatro o cinco invitaciones, todas ellas directas, de milongueros a los que no había visto bailar... y menos mal, porque luego los vi, y supe que había hecho bien en rechazarlas: me hubieran dañado sin duda. Pero eso sí, estaba feliz, por fin había conseguido subirme de nuevo a una bicicleta.

Durante algún momento de la noche fui al baño -ese lugar donde las mujeres cotorreamos-, y no pude evitar oír la conversación de dos mujeres a las que no veía. Una de ellas parecía ofendida porque alguien había rechazado a su marido en una invitación a bailar. Se quejaba de que el tango era un baile social, de que la mujer que había rechazado a su marido era una maleducada, bla,bla, bla... todo perlitas las que soltó la mujer que hablaba. Tras un minuto o dos de conversación, me di cuenta de que la "maleducada" de la que hablaba era yo. Poco después, las oí cerrar la puerta y salir.

Quisiera que alguna mujer que piensa como ella me responda a la siguiente pregunta: ¿no es mejor gastar la energía en tener buena onda, sonreír y abrazar, que en juzgar a los demás sin más, sin conocer?

2 comentarios:

  1. Hola! por su puesto que vale la pena rechazar educadamente a alguien antes que sufrir una mala tanda, estar incómoda durante varios tangos con la misma persona, bien sea por la incompatibilidad del abrazo, de los pasos, del ritmo, en general..., es terrible!!!, En resumen, la sensación de la No conexión, no es nada agradable. Algo super especial que para mi transmite el tango es la que puedas encontrar en 3 minutos con una persona desconocida. Mira, esa señora dijo algo bueno, que el tango es algo social, no le quito razón, pero al igual que en lo social de tu vida, tú eliges que hacer en cada momento y con quien. Seguro que en muchas otras ocasiones más de uno se habrán hecho los despistados ante una insistente mirada de alguna chica que quería bailar con ellos, o no? pues yo lo veo igual, aunque sin duda tu acción es mucho más valiente. Nos toca a las mujeres en el tango a ir de frente y tener que rechazar de palabra y no escondiéndonos. Felicidades por tu blog que acabo de descubrir! Yo como bien dices, ahora estoy hace un tiempo sin montar en bici, pero espero retomarlo poco a poco. un abrazo!

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