lunes, 6 de enero de 2014

Allí donde no estaba Peter Pan...

... estaba Campanilla.

Como ya os expliqué en mi entrada de hace unas semanas, en el mundo del tango hay debilidad por los apodos y aunque son los bailarines profesionales lo que más se empeñan en seguir esa "tradición" y bautizar a otros bailarines profesionales, a veces no son ellos sino los milongueros los que lo hacen para identificar a otros milongueros cuyos nombres no son capaces de pronunciar o bien tienen un nombre muy común o a veces simplemente todo empieza por una broma y luego sin querer va transformándose en un apodo en toda regla.

Así sucedió con una morena de ojos verdes norteña, con nombre impronunciable para la mayor parte de los milongueros que asistían a aquel evento. Con un vestido de gasa de un tono verdemar, como el que se encuentra junto a las arenas blancas de alguna playa caribeña, estaba ella dando vueltas por la pista. Parecía algún ser mitológico escapado de un cuento.

Yo estaba sentada observándola a ella y a otra gente bailar cuando alguien se sentó a mi lado, y tras una breve conversación, la mencionó a ella y me preguntó si la había visto. No tardé ni un segundo en identificarla en la pista y me salió del alma decir: "allí!... Campanilla!". Parece que mi descripción fue acertada porque la vio al instante, y entre carcajadas, comenzó un frenético asentimiento de cabeza para confirmarme que efectivamente estaba de acuerdo y que se parecía a Campanilla. 

Un buen rato después, coincidí con "Campanilla" en la barra del bar y le conté la anécdota. Ella no se sorprendió y aseguró que ya le habían llamado así antes debido a su vestido. Parece que bastante más tarde alguien la presentó no por su nombre, sino por Campanilla, y creo que a a partir de ese momento, aunque Peter Pan no se pasee por las milongas... Campanilla sí que lo hace.

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