miércoles, 12 de marzo de 2014

¿Una coincidencia?

Tengo temporadas en las que me gusta sentarme en una mesita de la milonga y observar. Antes me resultaba más fácil, pero ahora es casi imposible pasarme media hora sin una amiga a mi lado dándole a la sin-hueso sin parar, aunque siendo justa, a lo mejor es que tengo yo algo que ver con eso: no por nada me han retado por ser "difícil de cabecear" por esa misma razón. 

En esas temporadas, mentras no les quitaba el ojo de encima a los milongueros y milongueras al bailar, me fijaba en su interpretación de la música, en sus gestos, su abrazo y su postura, me imaginaba también lo que sentirían. Es increíble todo lo que se aprende observando. Así es como empecé a darme cuenta de que es muy sencillo distinguir a la milonguera que está apurada porque no está a la altura de su bailarín, ya que se la ve nerviosa, disculpándose, tropezándose, buscando con la mirada una aprobación; a la que está incómoda porque ha elegido mal la ropa para bailar, por sus constantes intentos por ajustarse un tirante, la falda, y también por las miradas de ellos que dicen bastante más que un tirante fuera de su sitio; a la que se está disfrutando del abrazo, que baila con los ojos cerrados, que se le escapa un suspiro al terminar el tango; a la que se simplemente se divierte y la ves reírse; a la que está incómoda porque su pareja ya no es un osito de peluche que huele a lavanda sino más bien un gato al que acaban de sacar de una pileta; a la que le hacen daño y se mueve más que en una cama llenita de pulgas; y a la que le gustaría estar más bien en Marte porque tiene tal cara de aburrida que obviamente está bailando por compromiso.Pero a ellos también se les nota, aunque bastante menos que a nosotras: digamos que somos algo más protestonas con todo.

Observando y mirando montones de fotos es como di con una coincidencia que quizás no lo sea tanto: descubrí una de las caras más comunes que ponen los milongueros cuando están concentrados. Normalmente esto no se aprecia en las fotos colgadas en las redes sociales porque ahí solo se publican las seleccionadas, pero, si te pasas una noche entera haciendo fotos hasta a las patas de las sillas, es cuando para tu sorpresa encuentras una grandísima cantidad de fotos en las que ellos salen con la punta de la lengua fuera, concentradísimos. Al principio pensé que era casualidad, pero en mi tierra dicen que cuando el río suena, algo lleva. En este caso concretamente, por estadística, creo que es un gesto inconsciente que hacen muchos milongueros al bailar. O eso o bien yo tengo una suerte de mil demonios y siempre capto fotos en el momento menos oportuno.

2 comentarios:

  1. Hola Milonguera. Claro que no es una coincidencia, un hombre hasta que no lleva 10 años en el tango necesita concentrarse en una milonga para:

    - Seguir el compás.
    - No chocar con otras parejas.
    - Pensar qué va a hacer a continuación.
    - Hacer pausas y contratiempos en función de la música.
    - Calcular la distancia mínima a otra pareja para marcar un boleo en función de la longitud de las piernas de tu compañera.
    - Intentar adivinar cuando va a acabar el tango si no se lo conoce de memoria.
    - Evitar mirar las caras que ponen los demás.
    - No desconcentrarse cuando mientras baila se cruza con la intensa mirada de otras chicas que están sentadas y quieren que las saque alguien de una vez.
    - Intentar no mirar el pronunciado escote de su compañera, la cual se lo ha puesto para que lo miren, y luego poder indignarse a gusto si lo han mirado.

    Teniendo en cuenta que sólo se nos da bien hacer una cosa al mismo tiempo es normal que de vez en cuando pongamos cara de concentración :P

    Besos.

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  2. Pues tienes toda la razón...me convences con tus argumentos!
    Pero lo del escote.. ¡ya lo discutiremos! :P

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