martes, 12 de agosto de 2014

Mi segunda maratón

Era primavera y era la segunda vez que iba a una maratón de tango. Mi experiencia y la de mis amigas milongueras era que en este tipo de eventos tango, si no bailas bien y no conoces gente, apenas bailas. De hecho, la primera maratón a la que había asistido unos cuantos meses antes fue un auténtico desastre. Así que cuando llegó el día de ir a esta otra, a la que me había apuntado por estar relativamente cerca de casa y porque tenía especial ilusión por juntarme con una amiga milonguera a la que hacía tiempo que no veía, no estaba muy emocionada. Pero a veces, cuando no tienes expectativas, encuentras sorpresas agradables.

Llegué de noche, sola. Nada más llegar me topé con unos amigos y tras seleccionar riquísima comida de un bufé preparado con mucho cariño en la que nos dieron hasta helado de postre, me senté con ellos a cenar. La maratón acaba de empezar hacía unas pocas horas y en esa milonga del primer día pude tantear bien el ambiente, observar, bailar un poquito con amigos y conocidos y relajarme. No bailé mucho, pero disfruté.

Al día siguiente, más descansada, la gente menos ansiosa por bailar, hizo que tuviera una tarde de milongueo en la que fueron lloviendo invitaciones poco a poco, y fui experimentando nuevos abrazos, de los cuales algunos noruegos y franceses, me volvieron loca.

La noche llegó y por fin mi amiga apareció. Con ella, un amigo con el que me encanta bailar, pero que me pone nerviosa porque es mucho más experimentado que yo y como miedo común de todo milonguer@ en una situación similar, temo no estar a la altura y hacerle disfrutar. Como siempre que nos vemos, fueron bastantes las tandas que bailé con él. Supongo que él se rige por los mismos principios que yo y baila por afinidad personal, por encima de todo lo demás. Pero me sorprendió el último día en un momento en el que descansábamos sentados en un escalón de la pista de baile y me dijo que con las dos milongueras con las que más conexión había sentido al bailar habían sido mi amiga y yo. Me sorprendió, no lo esperaba, y también me hizo mucha ilusión escucharlo. La verdad es que cuando cumplidos que no escuchas a menudo caen así, te alegran el alma.

Aquella maratón la disfruté muchísimo en cuanto al baile, conocí a mucha gente nueva y profundicé con otros milonguer@s que ya conocía, descansé, y me llené de energía positiva. Empiezo a cambiar mi idea sobre este tipo de eventos de tango que tan poco gusta a los bailarines profesionale, y comienzan a gustarme, definitivamente. Creo que la clave para disfrutarlos es ser muy sociable, conocer y que te vayan conociendo, y para ello es necesario milonguear, moverte a otros lugares a bailar fuera de tus milongas locales.

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