sábado, 30 de agosto de 2014

Aire

"Aire", de Pedro Marín. La primera vez que la oí fue en el 2007 aunque creo que es un tema de los 80. De pronto el otro día iba conduciendo mi coche cuando por la radio lo escuché de nuevo, con su estribillo tan pegadizo: "aire, soy como el aire, pegado a ti, siguiéndote al andar... porque te juro que, soy aire, soy como el aire, pegado a ti, no puedes escapar, no te resistas nunca". Y será porque soy milonguera, pero de repente la canción tenía otro sentido y mi mente voló a los abrazos en el tango, a esos que son como el aire de esta canción.

El tango es un abrazo, pero no cualquier abrazo: es aquel entregado de corazón, el que es conexión, comunicación, un intercambio de energía, sensaciones y emociones. Hablo de un abrazo que sin ser asfixiante, sea firme y suave al mismo tiempo, pero por encima de todo, respete, no se imponga.

Hay abrazos en el tango que no son así, sino que son agobiantes, de los que creen que te atrapan, te dicen que no puedes escapar y que no te resistas. Esos abrazos que llaman resistencia a moverte para poder respirar. Los detesto.

Normalmente los hombres que te abrazan así son rígidos, se mueven en bloque, no disocian, te atrapan y te encierran en sus brazos porque son incapaces de comunicarse, así que imponen. Muchos de ellos además son experimentados, les gusta bailar en cortito sin terminar de marcar del todo los cambios de peso y se creen muy milongueros. Obviamente creen que su forma agobiante de abrazar es la forma más milonguera y correcta.

El caso es que cuando vas a una milonga donde no conoces a la mayoría de los milongueros, es difícil fijarte y acordarte de todos, de cómo bailan, de su abrazo, con lo cual si hay cabeceo es sencillo porque hasta que no has evaluado, no miras. Pero, si no hay cabeceo y te invitan directamente, te tienes que arriesgar. Así que como soy consciente de que no puedo enfadarme ni dejar plantado a cada tipo de estos con los que termino bailando, quizás debo de rechazar toda invitación directa que me hagan a partir de ahora.

Quizás también debería empezar a desviar mi energía a algo más productivo que enfadarme, como por ejemplo, escribir mi lista de deseos milongueros para el año nuevo 2015. Así que ya puesta, aquí va el primero: que algún profesor de tango nos haga un favor enorme a todas las milongueras del planeta haciendo el milagro de hacer entender como sea a este tipo de milongueros la diferencia este asfixiar y abrazar, entre imponer e invitar, entre bailar tango y no hacerlo.

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