martes, 27 de octubre de 2015

Mejor sola que mal acompañada

Es la típica frase que una madre, una tía o una abuela te dicen cuando eres adolescente y enfadas con una amiga o cuando un amor te abandona. En ese momento lo escuchas y te dan una ganas enormes de mandarlas a cualquier sitio bien lejos de donde estás, porque te sientes herida, triste y sola. Pero el tiempo pasa y las sabias palabras calan el alma y la razón.

Cuando ya eres adulta y estás con una pareja que no te hace feliz, suele ser una tía o amiga la que te dice que si eliges estar en pareja es para estar mejor que sola. Es otra forma de decir lo mismo, pero no sé por qué, al ser algo algo más enrevesado y sonar distinto, da la sensación de que te están dando un consejo más adulto. Al final, en un momento de calma, las sabias palabras encajan con las que ya sabías y pasan al plano consciente: calan de nuevo el alma y la razón.

Para aplicar en la vida tan sabia frase hay que tener valor. Y entonces un día sientes que lo tienes y decides dejar de compartir tu vida con un amor. Duele. Pero el tiempo todo lo cura. Aprendes que también se está bien sola, y que esa soledad, si la abrazas, llegas a entenderla y también a amarla, se puede convertir en tu mejor amiga, un canal maravilloso para conocerte a tí misma como mujer. Hasta que un nuevo amor llega a tu vida, te vuelve a ilusionar, descubres que estás mejor en pareja que sola, porque esta vez, la pareja suma, no resta.

En el tango es igual que en la vida, no solo cuando eliges no bailar a bailar sin disfrutar, sino también cuando aprendes a amar lo que oyes sin tener que ir a la milonga y compartir un abrazo.

Lo curioso es que yo en mi vida todo esto lo hice del revés. Primero quise y busqué estar en pareja, quizás porque todo el mundo lo hacía así, sin previamente aprender a vivir sola. Y en el tango hice exactamente lo mismo. Fue ver un abrazo lo que me enamoró del tango y por ello busqué abrazar y bailar en primer lugar, mucho antes de aprender a apreciar y entender lo que escuchaba. El orden de las cosas importa mucho. Ahora que amo lo que escucho, y tengo pareja después de haber aprendido a vivir sola, tanto bailar tango, como estar en pareja, son muchísimo mejor.

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