martes, 10 de diciembre de 2013

Poniendo límites

A veces se dan situaciones incómodas en la milonga. Un ejemplo es cuando un hombre se acerca a una mujer a invitarla a bailar, ella declina la invitación y el hombre se ofende, como si la mujer le hubiera dicho una barbaridad o le estuviera insultando. Creo que hay que comprender que a pesar de ser un baile social, nadie tiene obligación de bailar con nadie y a todo el mundo no le gusta bailar con todo el mundo. Además, si en la mayoría de las milongas rige un código en el que es él quien invita a bailar, siendo obvio que él elige cuando decide invitar o no a una milonguera, lo lógico es que ella ejerza el mismo derecho de elegir y decline o no  la invitación según le parezca. Así de simple. Y si no estamos de acuerdo con esto señores, pues cambiemos el código y que sean ellas o ambos quienes inviten, o mejor aún, cabeceemos, y así evitamos situaciones incómodas de todo tipo. 

Me he encontrado con hombres, acostumbrados a que las mujeres -enseñadas en muchas culturas a ser complacientes- nunca declinen una invitación suya. El problema para ellos viene cuando las que somos algo rebeldes entramos en escena y osamos rechazarles. Entonces empieza la batalla. Algunos hasta montan el númerito de turno a la milonguera poniéndole malas caras, insistiendo, persistiendo con la mirada y con la presencia hasta hacer la situación más incómoda aún, preguntando reiteradamente si quieres bailar con él o no, y alguno incluso osa agarrar del brazo y de un tirón levantarla de la silla, o en otros casos, haciendo reproches o contando por ahí que ella no es "tan buena bailarina sino que se crees no-se-que". Algunos incluso dan media vuelta brúscamente e invitan a la primera que ven como para hacerle saber saber que él si es deseado y que ella comete un error, o bien deja de hablarle o jamás le vuelve a invitar (yo, personalmente, a veces doy gracias por esto cuando me sucede). En fin, algún día me dedicaré a hacer un listado de todas estas reacciones, más que nada porque todavía hay hombres que no admiten que esto sucede, incluso cuando son ellos quienes las tienen.

Creo que la solución no solo está en el cabeceo, sino en que las mujeres complacientes dejen de serlo, dejen de sacrificarse como corderitos eternamente. Para empezar, porque ni se hacen bien a ellas, ya que no disfrutan de la tanda y a veces hasta les hacen daño físico; ni les hacen bien a ellos, porque se acostumbran a obtener siempre lo que quieren; ni nos viene bien a todas los demás, porque ellas crean un precedente; ni le hace bien al tango, porque se crean situaciones tensas cuando lo que debería haber es un maravilloso sentimiento en un abrazo compartido: maravilloso, para ambos.

Es muy difícil para algunas mujeres dejar de ser complacientes, especialmente cuando muchas de ellas no saben poner límites ni dentro ni fuera de la milonga. Y no es una lección fácil de aprender, pero en algunos casos es vital aprenderla. Lo sé porque a mí me costó mucho ir contra esa educación machista que todas hemos recibido y porque he hablado con muchas milongueras que me confirman que a ellas también les pasó. Pero aquí va un secreto: poner límites, en el aspecto que sea, es una de las lecciones que más cuesta aprender en la vida, si embargo es indispensable para valorarse una misma, aprender a quererse y ser feliz. Es triste decirlo, pero hay mujeres que no consiguen aprender la lección, seguramente por miedo, inseguridad, falta de carácter o falta de apoyo, y algunas incluso terminan pagando el más alto de los precios.

Chicas, ¡poned límites... dentro y fuera de la milonga!

12 comentarios:

  1. Hola. No creo que sea una cuestión de machismo. De hecho al revés ocurre de manera mucho más contundente. En las tandas o milongas rosas jamás he visto a ningún hombre (exceptuando el profesor) que rechace la invitación a bailar de una mujer a pesar de que ésta lleve sólo una o dos clases de tango, huela mal, se deje caer sobre el hombre con todo el peso, bloquee el baile con un mal abrazo, etc...
    Otra cosa que observo es que los milongueros son muchísimo más criticados por las milongueras que las milongueras por los milongueros. Dudo mucho que en general las mujeres en el tango sean todas suaves y gráciles mientras que esté lleno de hombres brutos, maleducados y malos bailarines...
    A pesar de no coincidir en algunas cosas me gusta mucho tu blog y te invito a seguir escribiéndolo :)
    Saludos.

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    1. Hola Javier y muchas gracias por tu aportación. :) Te invito a que nos expliques por qué crees que el machismo no tiene nada que ver, ya que creo que tu opinión puede ser muy interesante, especialmente si viene de un milonguero. Te confieso que escribo desde mi experiencia, de forma totalmente subjetiva, y me encanta que la gente me de su opinión y exponga otros puntos de vista. Al fin y al cabo puedo estar equivocada en mi conclusiones... soy humana antes que milonguera. ;)

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  2. ¡Ah.. Javier!, me olvidaba: mis disculpas si he transmitido que todos los hombres son brutos, maleducados y malos bailarines puesto que para nada es así. Es solo que escribo sobre los casos peculiares que me topo entre milongas y eso hace parecer que sean todos así, pero nada más lejos de la realidad. Lo que es más, la mayoría de los milongueros que yo conozco son unos cabelleros, aunque brutos sin quererlo también los hay... o quizás será que yo soy muy delicada y princesita. ;)

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  3. Hola Milonguera,
    no te preocupes, para nada has transmitido que todos los hombres sean brutos, maleducados y malos bailarines.

    Lo que quería decir es que no me gusta que en general los hombres seamos más criticados en las milongas que las mujeres, cuando en realidad hay el mismo número de fallos en ambos sexos. Me quejaba un poco porque opino que, ni todos los hombres estamos llenos de fallos ni todas las mujeres son perfectas, pero en el mundo del tango se nos critica a los hombres muchísimo más de lo que nosotros criticamos a las mujeres.

    Respecto a porqué no se trata de machismo, lo que quería transmitir es que si fuese un tema machista, esta “docilidad y sumisión” a la hora de aceptar bailar con quien no quieres bailar, se daría sólo en las mujeres. Pero en mi opinión es al revés ya que incluso se da bastante más en los hombres que en las mujeres. Aunque generalmente son los hombres los que invitan a bailar, cuando se da el caso contrario y es ella la que invita, es mucho más difícil ver a un hombre rechazar a una mujer con la que no quiere bailar. Por tanto al no ser una cuestión de sexos no creo que sea machismo.

    En lugar de ser un tema machista creo que se produce un enfrentamiento entre dos filosofías: la filosofía de que todo el mundo debería intentar bailar con todo el mundo a pesar de suponer a veces un sacrificio para que los iniciados puedan avanzar y el ambiente sea más cordial contra la filosofía de que cada uno va a disfrutar, además ha pagado una entrada, y no tiene que sacrificar su tiempo.

    En general mi experiencia es que la gente cuando empieza tiende a la primera filosofía pero cuando adquieren un nivel cambian a la segunda (es decir, que todo el mundo barre para casa).

    Por supuesto no pretendía criticar tu artículo de opinión ni intentar dejarte en evidencia por no tener la misma opinión que yo. Me disculpo si ha parecido eso. Sólo opinaba sobre algunos puntos en los que no estaba de acuerdo, a pesar de que he leído entero tu blog y en el 95% estoy de acuerdo con tus opiniones.

    Espero seguir leyendo tu blog e intercambiar opiniones contigo :)
    Un saludo.

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  4. Javier, no te preocupes porque no lo he entendido así y me encanta que escribas. De hecho me parece mucho más interesante el intercambio de opiniones y puntos de vista, especialmente si no estamos de acuerdo en algunos puntos. :)

    ¿Sabes? Estoy de acuerdo contigo en lo de las filosofías. Al principio te bancas lo que sea, luego empiezas a priorizar la calidad ante la cantidad. Yo por ejemplo ahora he pasado a la segunda filosofía de la que hablas, pero creo que no por buscar más nivel de baile en los bailarines, sino por buscar abrazos que me gusten más, sean o no principiantes, y no me hagan daño.

    ¿En serio has leído el blog entero? ¡Vaya… gracias! Estaré esperando tus comentarios y poder intercambiar opiniones. :)

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  5. Sí, he leído tu blog entero, y con cierta avidez, ya que entre todos los blogs de temas tangueros que he encontrado es sin duda el más interesante. En tu blog cuentas anécdotas, experiencias y opiniones, muchas de las cuales yo he vivido y con las que me siento identificado.

    En los demás blogs que he encontrado los autores se dedican principalmente dar clases magistrales sobre la historia del tango o las biografías de tangueros famosos y en mi caso esto provoca que en cuanto leo 5 o 6 entradas me canso…

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  6. Me uno!!! Jajajaja! ;)

    Yo entiendo perfectamente que una mujer rechace alguna vez. Puede ser por mil motivos, o q simplemente no le convenza tu forma de bailar, lo q sea. Debe ser respetadísimo.

    Yo la verdad, ni quiero parecer chulito en serio, no acostumbro a recibir negativas ahora. Más bien hay muchas milongas en las que casi no tengo ni q invitar, me suelen entrar. Llevo ya algo de tiempo en esto, me cuido, y tengo 30 años, será un poco de todo.

    Pero....... Tb fui novato, por supuesto. Entendía muy bien q alguna mujer me dijese q no por mi nivel. Porq bailar conmigo, evidentemente no era como bailar con un avanzado y q además supiese hacerlo genial y musicalizar de fábula. Lo q no entendía, es a las mujeres q lo hacían una tras otra ( lo veía, soy educado y jamás se me pasaría por la cabeza incomodar ni insistir, ni nada, eso es INTOLERABLE en un hombre) Y sí agradecía en la vida a esas milongueras q me quintuplicaban el nivel y malgastaban su tiempo conmigo. Vieron q llegaría a bailar esto y así me lo decían, y aguantaron mis torpezas hasta el infinito. Hoy las quiero con locura, y SIEMPRE, tendrán un SÍ de mi boca. En cambio he vuelto a encontrarme con ese tipo de mujer q a mis veintitantos casi q me negaba medio con risa... Y ahora q se fija en mí, creo q francamente no las voy a invitar.

    Si un chico, es educado, huele bien, es aseado y viste con corrección, tiene un abrazo aprobado, y medio musicaliza, el negarlo por su nivel no es una buena inversión. Y darle algunas oportunidades dejando a un lado q es una milonguera experta, puede hacerte ganar un gran bailarín y amigo.


    Y aprovecho, q me encanta tu blog y me encantas tú, jajajaja!! Ya me conoces de haberte comentado otras entradas ;P

    JOSE

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  7. Hola Jose, tengo curiosidad.. ¿dónde bailáis vosotros hay mucha gente joven? Tengo 33 años y donde yo bailo soy de los más jóvenes. La media de edad está sobre los 50-60 años.

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  8. Javier, yo también pertenezco a la misma generación que tú. Por lo que veo, suele ser en las grandes ciudades (a excepción de algunas como Valencia) donde hay gente más joven, pero definitivamente lo que más abunda es la gente de 50-60 años, al menos en las milongas de Europa. Para animarte, te diré que eso está cambiando poco a poco y que cada vez hay más gente de 20-30 años que se anima a bailar tango. :-)

    PD: Te parecerá interesante la entrada que publicaré el 23 de Enero de 2014, que habla precisamente sobre eso. :-)

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  9. Hola Javier! Perdona el retraso.

    Yo me muevo entre Huelva y Sevilla por lo general. Es cierto q suelo ser el más joven o de los más jóvenes, pero diría q la media la suelo colocar en cuarenta y pico.

    Es cierto q cada vez veo más gente joven aún así. Yo mismo los meto como pueda, jeje.

    JOSE

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  10. Hola Jose,

    yo estuve el año pasado en el festival de tango de Sevilla y la verdad es que sí que vi gente joven... Aunque por supuesto seguíamos siendo minoría.

    Un saludo.

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