sábado, 18 de mayo de 2013

Tener o no pareja en clase

 Me acuerdo cuando empezaba a bailar tango. Iba sin pareja de baile a las clases, al igual que otras tantas chicas cuya pareja sentimental no bailaba tango o que no tenían pareja sentimental. Pasábamos buena parte de la clase observando, sin bailar, como los jugadores de fútbol en el banquillo esperando a que una mujer con alma solidaria nos dejara un minuto para practicar con su pareja. Si empezaba en la clase un chico nuevo o había alguien con el que nadie quería bailar, nos tocaba a alguna de nosotras. Es lo que había, y lo consideraba el precio para poder aprender tango. 

  Pero llegó un momento en el que decidí que era un precio que no me apetecía pagar. Cambié de clase y de profesores. Estos nuevos profesores, muy amables, porque en reallidad no tenían porqué hacerlo, se encargaban de buscarme pareja. Por diferentes motivos no pude continuar con las clases, aunque esto no me importó demasiado, ya que me parecía que yo evolucionaba al ritmo de mi pareja de baile, y no al mío. Impaciente como soy por naturaleza, unas veces podían mis ganas e ilusión y otras veces no, pero afortunadamente solo me ocurría por temporadas: era como estar sobre una ola... a veces arriba, a veces abajo. El problema, definitivamente, era yo.

 Después vino la etapa en la que decidí que no quería más aventuras en las clases  y quise ir a lo seguro: dije adiós a las clases grupales, aunque eso sí, seguí asistiendo a algunas como oyente, si los maestros me parecían especiales por algún motivo, y creía que podía merecer la pena tan solo escucharles. Y fue un gran descubrimiento hacer esto. Ahora tengo la posibilidad de observar y mi escucha resulta ser mucho más activa, ya que si tengo pareja de baile en la clase, mi naturaleza impaciente se desborda y una parte de mí está deseando que termine la explicación para poder practicar, mientras que si no tengo pareja de baile, deseo que sigan explicando y soltando detalles importantes que de otra manera puedo pasar por alto, pero que son los que realmente cuentan a la hora de perfeccionar una postura o un moviento.

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